Hace algunos días atrás me dediqué a
releer un libro de Peter
Drucker, llamado El gran poder de las pequeñas ideas”. Tiene varios
artículos sobre temas de gerencia y empresas, escritos hace más de 30 años. Hay
uno en particular que me pareció interesante de presentar aquí, “la nueva sociedad de las
organizaciones”, donde expone como las organizaciones se han vuelto una
realidad omnipresente, sino en occidente, en todo el mundo, como administrar la
tensión organización – comunidad y como administrar personas en el contexto de
una sociedad del conocimiento.
Es atractivo Drucker como pensador de
la administración, pues fue uno de los primeros autores en conceptualizar la
gerencia como la conocemos hoy en día, luego de trabajar en General Motors como
consultor. Sus ideas sobre la sociedad de la información y el conocimiento
son interesantes e innovadoras como interpretación, sobre todo, antes que otros
autores sostuvieran lo mismo y el concepto se populariza.
En el artículo que comento propone la
idea que el mundo actual es un mundo de organizaciones, las organizaciones se
encuentran presentes en todos lados, haciéndose cargo de tareas específicas. Por
otro lado, plantea que vivimos en un mundo en que el recurso de producción primario
es el conocimiento, el que coexiste junto con la tierra el trabajo y el
capital, pero que sin embargo, se vuelve cada vez más relevante. Establece una conexión
entre organizaciones y conocimiento: el conocimiento por sí solo no produce
nada, lo hace cuando está integrado en una actividad, lo que ocurre cuando las
organizaciones integran los conocimientos especializados en una acción común.
Me resulta interesante el
planteamiento de Drucker pues integra el conocimiento con la organización. El
conocimiento es productivo en el marco de la acción organizacional, no es
productivo por sí solo. Esto me hace pensar en cómo mucha gente cree que
haciendo cursos, obteniendo diplomados o cursando doctorados tendrá más valor,
lo que de algún modo si es cierto, pero sólo en la medida que dicho
conocimiento se ponga al servicio de un proceso productivo, de la innovación en
los productos o servicios o de la satisfacción de los clientes. Conozco mucha
gente que además hace perfeccionamientos de dudosa calidad y luego espera que
le suban el sueldo, lo que a mi juicio, tiene poco valor.
Otra idea que destaca el autor es la tensión
entre las comunidades y la organización. Las comunidades están enfocadas en la
estabilidad, tienen una historia, una tradición, lazos entre sus integrantes,
lo que genera una cultura. A su juicio, todo ello las hace orientarse al cambio
lento. Por su parte, la organización está orientada a la innovación, al cambio,
al abandono sistemático de todo aquello que se va volviendo obsoleto o como
dice Schumpeter a la “destrucción creativa”.
Dada esta tensión, las organizaciones tienden a desestabilizar a las
comunidades con sus procesos de cambio, por lo que privan a la comunidad de
continuidad, generando injusticias.
Respecto de la idea anterior, basta
pensar cuando una empresa cierra una fábrica o despide gente o reinventa su
actividad y se dedica a otra cosa. En el caso de las instituciones de salud cuando
cierran la maternidad porque nacen pocas personas y es más rentable llevar
dicho servicio a un hospital más grande y más lejano. Todas estas decisiones
organizacionales se enfocan en la eficiencia y en los resultados y pueden tener
enormes costos para la comunidad. De otra magnitud y con otras implicancias
puede ser cuando se discute la apertura de centrales eléctricas o empresas
mineras que miran sus propios objetivos y se les dificulta hacerlos compatibles
con la comunidad circundante.
No queda muy claro en el
planteamiento de Drucker respecto de cómo se resuelve este dilema, más bien
parece abogar por que la organización tenga la libertad de tomar decisiones en función
de sus objetivos y en función de los resultados, económicos y de cualquier otro
orden que tenga. De alguna manera indica que la organización tiene que hacerse
responsable por su entorno, pero no clarifica ni de qué modo ni con que
alcance. Creo que en esto Drucker ya ha sido sobrepasado por la historia. No
puede una organización desentenderse de la comunidad en que opera, no puede la organización
hacer como que sus decisiones no afectaran a la comunidad, ya sea del entorno
inmediato o incluso del entorno global.
En relación al cambio, señala Drucker
que las organizaciones deben estar preparadas para abandonar todo lo que hacen
(procesos, productos, procedimientos, políticas), llevando a cabo prácticas de
mejoramiento continuo, explotación intensiva de su conocimiento y aprendizaje
de la innovación. Si no lleva a cabo ninguna de estas prácticas, al cabo de un
tiempo se encontrará obsoleta y perderá capacidad de ejecución, pero por sobre
todo, perderá capacidad de atraer y mantener a personas con conocimientos,
cruciales para su ejecución, entrando en un círculo vicioso que la llevará a un
resultado negativo.
No soy un experto en innovación pero
no me cabe ninguna duda de lo acertado de las palabras de este autor. La innovación
ya no es un lujo, es una necesidad fundamental en toda organización. No se
trata de inventar algo disruptivo, sino que hacer mejoramiento continuo o hacer
innovaciones pequeñas que traigan novedad.
Al concluir el texto Drucker hace
algunas reflexiones en torno al conocimiento y la gestión de personas. Plantea
en primer lugar que la idea que las personas dependen de la organización tiene
que ser mirada de otra manera, pues en la época del conocimiento más bien parece
al revés, la organización compite por personal que desee unírsele de manera
voluntaria. Por ello, las organizaciones tienen que aprender a atraer,
mantener, reconocer, recompensar, motivar, servir y satisfacer a las personas,
las que elegirán trabajar en otra empresa que si ello no ocurre. Esto supone un
desafío al liderazgo, el que no consiste en mandar sino que en inspirar.
En la misma línea plantea que la colaboración
será cada día más importante, de modo que el trabajo tiene que organizarse como
práctica de equipo, donde cada uno asume responsabilidades. A propósito de ello
enuncia la metáfora del trabajo en equipo con el futbol, con roles y posiciones
claras, pero con un juego de equipo en que todos participen.
Hace un tiempo atrás publique un post acerca de las etapas por las que atraviesa la madurez de los equipos y como los líderes tienen que desarrollar capacidad para mirar las estas etapas, aprendiendo a gestionarlas. Me gusta la metáfora de los equipos deportivos ya que si bien un equipo de trabajo no es un equipo deportivo en muchas de sus dinámicas se parecen. Ya vendrá un post sobre este tema.
Hace un tiempo atrás publique un post acerca de las etapas por las que atraviesa la madurez de los equipos y como los líderes tienen que desarrollar capacidad para mirar las estas etapas, aprendiendo a gestionarlas. Me gusta la metáfora de los equipos deportivos ya que si bien un equipo de trabajo no es un equipo deportivo en muchas de sus dinámicas se parecen. Ya vendrá un post sobre este tema.
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