Justo el viernes y sábado pasado
me correspondía realizar una clase introductoria a la gestión de RRHH a mis
alumnos del MBA en la Universidad Católica del Norte. Les hablaba en extenso
del área de recursos humanos, cuando un alumno me pregunta a que me refiero con
eso del área. Y, me salta el tema de la obviedad, lo que para uno puede ser
obvio para los demás no tiene porque serlo, esto en cualquier dominio de la
vida.
Entonces me acordé de un post que publicó hace algunas semanas atrás José Luis Pascual (http://nichosybichos.com) donde habla de los tres dominios de la gestión de personas en las organizaciones. Cito su distinción y profundizo en ella.
Entonces me acordé de un post que publicó hace algunas semanas atrás José Luis Pascual (http://nichosybichos.com) donde habla de los tres dominios de la gestión de personas en las organizaciones. Cito su distinción y profundizo en ella.
La gestión de RRHH se realiza en todas las organizaciones a tres niveles distintos. Y, creo que es muy importante identificar esos niveles, pues cada uno aporta a la gestión de RRHH con acciones diferentes y se pueden identificar algunas brechas para mejorar la calidad de la gestión y con ello los resultados organizacionales.
Se puede mirar la gestión de RRHH
y personas como compuesta de tres niveles. El núcleo, el centro y la periferia.
Gráficamente se podría ver así.
Jefaturas y supervisores
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Area de RRHH o personas
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Alta Dirección
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En el núcleo, está la alta dirección. A este nivel se define la estrategia organizacional para lograr el éxito en el negocio, cualquiera que este sea y, a partir de dicha definición, se establece la estrategia de recursos humanos o las grandes líneas que la guiarán.
La alta dirección realiza muchas
declaraciones sobre valores que quiere desarrollar, sobre la relación con el
entorno social, sobre ética empresarial, sobre la relación de la organización
con el medio ambiente y, para nuestro caso, sobre las personas.
En el cuadro del centro está el
área de recursos humanos y personas. Dependerá de la estructura organizacional
si estamos hablando de la Gerencia, del
Departamento o de área, lo importante es que en la estructura
organizacional hay un sector específico que se encarga de traducir la
estrategia organizacional en estrategia de recursos humanos, estableciendo
políticas y procedimientos específicos en este campo, o sea prácticas, maneras
de hacer las cosas. A este respecto, la estrategia de recursos humanos debe
estar alineada con la estrategia organizacional, de modo que las personas
colaboren al logro de los objetivos organizacionales.
En el cuadro que se muestra a continuación,
(ver: Francisco Longo mérito y flexibilidad) se establecen los principales
subsistemas de recursos humanos, sobre los que el área específica debiera
establecer políticas y procedimientos o prácticas.
Finalmente, el nivel más periférico, está formado por todas las personas que tienen a su cargo a otras personas: supervisores, jefes. Su principal aporte a la gestión de recursos humanos es la implementación de las políticas y prácticas de RRHH con las personas concretas con las que les corresponde trabajar. Los supervisores y jefaturas tienen responsabilidad en “hacer que el trabajo se haga”, por lo que su principal ámbito de acción suele ser de dominio técnico. Sin embargo, también tienen una importante responsabilidad de RRHH ya que llevan a la prácticas las políticas y procedimientos del área. Esto no es menor, ya que los principales socios del área de RRHH son los jefes y supervisores.
Estoy seguro que se genera un
círculo virtuoso para la gestión organizacional cuando están alineados las
declaraciones políticas y valóricas de la alta dirección, con la estrategia,
políticas y procedimientos del área de recursos humanos y con la acción de implementación
de los supervisores y jefaturas.
Sin embargo, existe en general mucha descoordinación, lo que genera confusión y daños a una positiva gestión. Veo al menos dos descoordinaciones o desalineamientos.
En muchas ocasiones la alta dirección
hace importantes declaraciones acerca de los valores que quiere que se
establezcan en relación a las personas. Y, estas declaraciones no se traducen
ni en estrategias, ni en políticas, ni en procedimientos de recursos humanos.
Es más, en muchos casos, las estrategias, políticas y procedimientos, son
abiertamente contradictorios con las declaraciones de la alta dirección.
Por ejemplo, en muchos lugares la
alta dirección dice querer promover “transparencia” y sin embargo la percepción
es que los procesos de selección están “arreglados”. O, en otros casos, se
quiere promover la “carrera” en los concursos internos, pero se escoge a
personas sin trayectoria o sin
experiencia previa. O, la alta dirección destaca la importancia de la capacitación
y la adquisición de habilidades pero recorta fuertemente el prepuesto de esta
área.
La segunda descoordinación es
cuando el área de recursos humanos establece estrategias, políticas y
procedimientos impecables, orientados al logro de resultados organizacionales,
coherentes con las declaraciones de la alta dirección y, sin embargo, las jefaturas y supervisores no los
implementan o no sólo no los implementan, sino que llevan a cabo prácticas manifiestamente
incoherentes con esas políticas y procedimientos sin que nadie les diga nada o
forme parte de su evaluación de desempeño el cumplir con estos estándares.
Por ejemplo, el área de recursos
humanos establece que debe realizarse una “retroalimentación” periódica sobre el
desempeño y los resultados a los empleados a cargo y hay supervisores que no
realizan esta práctica. O, el área de RRHH establece que las jefaturas deben
realizar ciertas acciones para cuidar el clima y algunos supervisores no
realizan dichas acciones y se ufanan que ellos sólo se preocupan por los
resultados.
Tanto las organizaciones como las
personas son complejas y la distancia entre el discurso y la acción es algo
constante (ver Chris Argyris, conocimiento para la acción). Superar estas
incoherencias para mejorar el trabajo es un desafío permanente de todos.
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