Estoy trabajando en un libro sobre
trabajo colaborativo para equipos de trabajo y buscando fuentes que me
permitieran fundamentar la importancia de la colaboración me acordé de este
hermoso libro de Yuval Harari. He citado antes a este autor en este blog con
sus trabajos sobre Homo
Deus y sobre 21
lecciones para el siglo XXI.
Harari narra en los primeros capítulos
la evolución de la especie humana destacando varios hitos evolutivos y
extendiéndose sobre el largo periodo en que los humanos fuimos cazadores
recolectores para quedarse otro largo rato en lo que llama la revolución
agrícola. A continuación de aquello avanza hacia el presente siguiendo lo que
llama la flecha de la historia para llegar a hablar de la singularidad.
Por supuesto que otros libros de
historia narran con muchísima mayor profundidad muchos de los eventos que
cuenta Harari, incluyendo la narración de acontecimientos históricos que él
pasa por alto, sobre todo de lugares no occidentales. Creo que el valor de su
trabajo no está en dicha narración únicamente sino que en el marco
interpretativo que agrega a la historia, el que me parece destacable y en mi
ingenuidad histórica novedoso.
¿Por qué el chimpancé humano, que era
una especie menor, sin ninguna cualidad especial, que probablemente comía
carroña o lo que dejaban botado otros predadores mayores en la sabana se ha
convertido en el dueño del mundo?, ¿por qué el ser humano pesa tanto, de manera
simbólica y de manera real, en el planeta respecto de otros animales?.
Y la respuesta que da me parece súper
interesante de considerar. Porqué los sapiens desarrollamos capacidad de
colaboración flexible a gran escala (dado el lenguaje y las capacidades cognitivas
que ello conlleva)
Muchas otras especies colaboran, está
lleno de ejemplos de aquello, como las hormigas, las abejas, los elefantes, los
chimpancés y muchas más. Sin embargo o colaboran a baja escala, solo con
conocidos y miembros de la misma colonia o colaboran de manera inflexible,
siguiendo siempre las mismas pautas, razón por la que tienen dificultades
adaptativas si cambia el entorno o las condiciones.
Los seres humanos somos capaces de colaborar
en grandes cantidades, incluso con personas completamente desconocidas, con las
que no tenemos un vínculo de ninguna naturaleza más allá de ser miembros de la
misma especie. Y, además somos capaces de colaborar flexiblemente, adaptando la
colaboración a circunstancias climáticas, geográficas, políticas, etc.
¿Cómo fue posible esto? Según su opinión
esto se debió al desarrollo del lenguaje y la revolución cognitiva, que
permitió distanciarse del aquí y del ahora y crear “mundos imaginarios”, discursos,
mitos, narrativas, en definitiva, espacios de interpretación que salen de la
realidad física circundante inmediata y hacen posible la cooperación. Estos
mundos imaginarios no son “mundos falsos”, sino que son construcciones de
sentido.
Un ejemplo de esto sería pedirle a un chimpancé
que nos de sus frutas ahora y le entreguemos un “vale” que recibirá “en la otra
vida” el doble de las frutas que nos dio. Posiblemente, si entendiera el
lenguaje, nos miraría con sorpresa y difícilmente haría lo solicitado. En
cambio los seres humanos hacemos muchas acciones similares por la patria, dios,
el partido político, el club de futbol, la familia y otras más.
En este sentido la perspectiva de Harari
es que los seres humanos creamos mundos de sentido, como patria, dios, partido
político, club de futbol, familia, etc y luego usamos este sentido para
coordinar nuestras acciones, alejándonos de la inmediatez del mundo físico.
Uno de los ejemplos que da son los
estados modernos. Un estado es un cuento, una narración. Han sido inventados a
partir de algunas condiciones geográficas como el territorio, alguna condición
como el idioma común, y están llenos de mitos: banderas, canciones, héroes. A
partir del cuento del estado, las personas colaboran, respetan sus leyes, pagan
sus impuestos, educan a sus hijos, realizan el servicio militar, pueden hasta
pelear en guerras contra gente de otros estados igual de imaginarios.
El dinero es otro ejemplo. El dinero es
un papel o moneda con timbres, sellos, figuras a la que le asignamos valor y
nos permite coordinar la acción. De hecho, el dinero tiene valor porque todos
creemos en él y como creemos en él, trabajamos días, semanas o meses para
recibir un papel, que confiamos le podremos entregar a alguien a cambio de
alimentos. El dinero genera colaboración porque todos creemos en él incluyendo
a quienes desprecian el capitalismo.
¿Han cambiado los cuentos que nos
contamos a través del tiempo?. Sí, y seguramente lo seguirán haciendo. El
futuro es un libro abierto a nuevas interpretaciones. Es posible por ejemplo
que en el futuro hayan nuevos estados o un estado mundial. Es posible que
emerjan nuevas religiones que crean en quizás que. Es posible que nuestras
ideas científicas cambien. Lo que no cambiará es nuestra capacidad de contarnos
cuentos y generar a partir de ellos nuevos espacios de colaboración.
A nivel organizacional creo que las
ideas de Harari tienen muchísimos alcances. Las organizaciones también cuentan historias
acerca de cuál es su misión o propósito y gracias a ello generan el alineamiento
de personas que coordinan su conducta para trabajar por ese propósito.
Los invito a leer este libro de Harari,
interesante descubrimiento más allá de las puras lecciones de historia.