El mundo que vivimos hoy es un mundo
completamente distinto a muchas épocas anteriores, el mundo de la “modernidad
líquida” como le llama Bauman, mundo que desafía nuestra capacidad de
adaptación y cambio rápido. Por ello que hoy se habla de agilidad en muchos
dominios, como la agilidad organizacional.
Susan David sin hacer muchas referencias
ni conexión con esta demanda ambiental, se concentra en los procesos
emocionales y la importancia de la agilidad emocional ya que, como sostiene “las
personas emocionalmente agiles son capaces de tolerar altos niveles de estrés y
sobrellevar contratiempos mientras permanecen comprometidas, abiertas y receptivas…..siguen
experimentando emociones de ira, tristeza, etc, pero las afrontan con
curiosidad, compasión y aceptación”.
He hablado antes en este blog sobre emociones.
Las emociones son cruciales para la vida de los seres humanos ya que son
respuestas físicas inmediatas que da el cuerpo a señales importantes
procedentes del mundo exterior. Al captar señales de peligro, interés romántico,
aceptación, exclusión u otras, nos adaptamos a dichas señales por lo que somos
capaces de ajustar nuestro estado interno y el comportamiento externo para
actuar en sintonía con la situación y sobrevivir y prosperar.
El sistema emocional se desarrolló a
través de ensayos y errores evolutivos durante millones de años. Hoy día nos
ayuda y también nos crea problemas. Muchas veces actuamos en “piloto automático”
emocional, reaccionamos ante situaciones sin conciencia o con poca voluntad, se
gasta energía reprimiendo las emociones
o a veces impiden la vida que se desea tener.
Por todo lo anterior el libro tiene
por objetivo “ayudar a que seas más consciente de tus emociones, a que aprendas
a aceptarlas y a hacer las paces con ellas y a continuación que te desarrolles
como persona por medio de incrementar tu agilidad emocional”. Y ese es
precisamente el tema que desarrolla luego en extenso.
Lo contrario de la agilidad es la
rigidez, una actitud de quedarse enganchados en pensamientos, sentimientos y
comportamientos que no nos sirven. La rigidez puede provenir de nuestras
narrativas, cuentos que nos hemos contado muchas veces y que en su origen
pueden haber sido valiosos pero que hoy nos atascan. También pueden provenir de
supuestos y reglas antiguas, que también puede haber sido útiles en algún
momento pero que hoy no sirven.
Otra manera de decir rigidez es decir
perseverancia. A veces la perseverancia es una tremenda virtud, insistir una y
otra vez en lo mismo hasta lograrlo. Otra veces es un gran defecto ya que el
mundo cambia y seguimos haciendo lo mismo una y otra vez sin ningún resultado.
La sabiduría estriba en saber cuando perseverar y cuando aprender a soltar y
abandonar.
Me acordé de un libro muy entretenido
de Amalia Andrade que se llama “uno siempre cambia al amor de su vida (por otro
amor o por otra vida) con lo cual describe los procesos de duelo por pérdidas
afectivas, donde efectivamente, después de pasar por la tristeza se encuentra
otra persona a quien querer y se reconstruye la vida con otros significados y propósitos.
Y, como dice Ceratti en su hermosa canción Adiós……”es crecer”.
De acuerdo a Susan David la agilidad,
tiene que ver con relajarse, calmarse y vivir con más intención, de poder
elegir como responder al sistema de alerta emocional ya que abre el espacio que
está entre lo que sentimos y lo que luego hacemos con ello.
Para poder proponer un proceso de cultivo
de la agilidad emocional expone previamente el concepto de enganche, nos “enganchamos”
emocionalmente, lo que nos torna rígidos y poco flexibles. ¿Por qué ocurre
ello? Porque nuestra mente es una máquina de encontrarles sentido a las cosas,
organizamos lo que vemos y oímos, experiencias y relaciones en un “discurso
coherente”. El problema es que a veces efectuamos malas interpretaciones y
ellas nos llevan a “respuestas de piloto automático” y cuando respondemos automáticamente
de cualquier manera improductiva estamos enganchados.
El proceso de cultivo de la agilidad
emocional se desarrolla en cuatro movimientos:
1 Mostrarse: Ello significa enfrentarse a los propios pensamientos,
emociones y comportamientos con intención, curiosidad y amabilidad. Algunos de
estos son válidos y apropiados al momento, otros son residuos. Podemos aprender
mucho de ellos.
2 Distanciarse: Luego de afrontar pensamientos y emociones, el
siguiente paso es desapegarnos de ellos y observarlos para verlos como lo que
son: solo pensamientos, solo emociones. Al hacer esto creamos el “espacio
abierto” entre nuestras emociones y nuestro modo de responder a ellas. Nos
permite vernos con posibilidades.
3 Seguir el propio camino: Luego de las dos fases anteriores podemos
ahora centrarnos en lo que realmente nos importa, nuestros valores
fundamentales y objetivos más relevantes. Se trata de “puntos de elección”.
4 Seguir adelante: Más que pensar en grandes transformaciones, hacer
pequeños ajustes deliberados imbuidos de nuestros valores pueden marcar una
gran diferencia en nuestra vida. Esto implica que realizar ajustes de rutinas y
hábitos a través de la repetición diaria puede tener un gran poder
transformador.
Luego en cada capítulo profundiza en
cada una de estas prácticas o movimientos.
El año 2013 publicó un artículo en
Harvard Business Review sobre “agilidad emocional” y
tiene una interesante charla
ted sobre el tema.
Buen inicio de año 2020.