Generalmente el libro más leído
de Covey es “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva”. “Liderazgo
centrado en principios” es un libro posterior (1992), que se basa en parte en
las ideas expuestas en ese texto. Con un sesgo religioso que a mí no me gusta
para nada ya que a la vez que hablar de gestión y estrategia aprovecha para
citar las “sagradas escrituras” y hacer comentarios sesgados por su ánimo
religioso en torno al divorcio, la crianza y otras cosas, las que a estas
alturas son muy discutibles. Además debo decir que su idea de los principios
como algo “natural”, “evidente por sí mismos” y, de alguna manera “revelados
por dios”, escapa a una mirada de las ciencias sociales en general y de la
gestión en particular.
No obstante ello, tiene algunas
ideas valiosas para nuestro estudio del liderazgo, ideas que voy a exponer a
continuación para discutir algunas de ellas.
La primera idea interesante es la
“ley de la granja”, metáfora que usa reiteradamente describiendo que si se quiere
lograr resultados se tiene que preparar la tierra, sembrar en ella, cultivarla,
desbrozarla, regarla, abonarla gradualmente para que el cultivo crezca y se
desarrolle hasta su plena madurez. Dice, a partir de esta idea “si intento
utilizar estrategias y tácticas manipuladoras para lograr que los demás hagan
lo que yo quiero no podré alcanzar un éxito perdurable……más allá de la retórica
y las buenas intenciones si soy poco digno de confianza o no lo soy en
absoluto, no existen cimientos sobre los cuales construir un éxito permanente”.
Completamente de acuerdo, en las
relaciones humanas y en la estrategia para obtener resultados en cualquier
organización, es necesario dedicar tiempo, cultivar para poder después cosechar.
Si, como hemos dicho en otros posts los líderes deben mirar R=R, es
decir, que para tener resultados se debe invertir en las relaciones,
cultivarlas, nutrirlas, para poder recién después mirar los resultados.
Para Covey los principios son una
brújula que debe guiar permanentemente el comportamiento de un líder, más que
un mapa que describe el territorio, una brújula indica el camino a seguir, para
no perderse. Los principios le dan al líder fortaleza interna, por lo que el
liderazgo se puede construir desde dentro hacia afuera. Estos principios tienen
cuatro dimensiones: seguridad (sentido de valor propio), guía (un monitor
interno que orienta nuestra vida), sabiduría (perspectiva ponderada de la vida,
sentido del equilibrio) y poder (capacidad de actuar con fuerza y valentía).
A mí, sin que necesariamente sea
sobre la base de principios religiosos, me parece certera la idea de los
principios ya que a un líder contar con principios claros y precisos le
permiten guiar su conducta ante su equipo de manera íntegra, no depender sólo
de las circunstancias sino que poder observarlas, juzgarlas en base a
principios y, a partir de allí, comportarse de manera coherente.
Se me viene a la mente algunas
experiencias observadas. Hace un tiempo en una organización donde yo trabajaba
se descubrieron algunas situaciones anómalas, muchos directivos eran de la idea
que denunciarlas traería enormes problemas de clima organizacional e incluso de
resultados, mejor “hacerse los lesos”. Recuerdo que el directivo a cargo señaló
que, en base a principios, era incorrecto, era una “mala señal” y que si bien
efectivamente se podría resentir clima y resultados, habría que afrontarlo, dar
explicaciones y reconstruir relaciones, pero que esa situación de robo no era
aceptable. Y, fue como dijo, al principio mucho ruido climático y de resultados
y, después de un tiempo, una organización floreciente.
No sé si Covey se declararía
ontológico o hubiera leído los trabajos de Bateson, Argyris u otros que
propusieron la idea Observador – Acción – Resultado, pero reiteradamente
argumenta en pro de esta idea. Vivimos en modelos y paradigmas y dados estos,
llevamos a cabo acciones que, a su vez generan resultados. Uno de estos
paradigmas, reiterativo en el ámbito organizacional, es el de las soluciones rápidas,
que implica la búsqueda persistente del cambio por arte de magia, sin “hacer
las tareas”, sin cultivar la tierra.
En este punto estoy de acuerdo en
lo general, efectivamente muchas veces las soluciones rápidas son engañosas, ya
que no cambian lo fundamental y los líderes y las organizaciones se ven en lo
mismo o más grave al cabo de un tiempo. Lo matizaría con una idea expuesta por Senge sobre las palancas. Muchas veces
es necesario actuar estratégicamente, donde se requiere y, con un pequeño
esfuerzo, se logran cambios magníficos. Creo que una de esas palancas de cambio
es el paradigma gerencial, ya que cuando los gerentes en particular cambian sus
ideas o creencias aparecen nuevas acciones y nuevos resultados, coherente con
las ideas de Argyris y otros.
En esto estamos de acuerdo con
Covey. “el estilo de liderazgo que se puede adoptar surge del núcleo de ideas y
sentimientos sobre la naturaleza del hombre que uno tiene. Sea lo que fuere lo
que alguien tiene en el centro de su vida…….eso afectará su percepción y la
percepción es lo que gobierna las creencias, las actitudes y los comportamientos”.
Por eso que cambiar de paradigma a los directivos genera resultados tan
importantes.
El liderazgo centrado en principios
se pone en práctica de adentro hacia afuera en cuatro niveles dice Covey:
personal (relación con uno mismo), interpersonal (relaciones con los demás),
gerencial (responsabilidad de hacer que otros llevan a cabo tareas) y
organizacional (necesidad de organizar a las personas y crear una estructura,
una estrategia y un sistema acorde a lo anterior).
Este liderazgo centrado en
principios se basa en la confianza, la que surge a partir del carácter, en lo
que uno es como persona y en la capacidad, en lo que uno puede hacer. A partir de la confianza se construye una
cuenta bancaria emocional a nombre de dos personas que les permite establecer
un acuerdo “yo gano tu ganas para seguir adelante”. A falta de confianza se
dañan las relaciones y los resultados.
Es interesante el tema de la
confianza ya que es bien frecuente que esta se dañe en las relaciones laborales,
a veces de manera irreparable, razón por la cual una de las principales
responsabilidades de los líderes debiera ser construir confianza.
Según Covey los líderes centrados
en principios desarrollan ocho características distintivas. Ellas son: aprenden
continuamente, tienen vocación por servir, irradian energía positiva, creen en
los demás, dirigen sus vidas en forma equilibrada, ven la vida como una
aventura, son sinérgicos, se ejercitan para la autor renovación (afilan la sierra).
Me gustó otra de las ideas que
expone en relación a tres rasgos de carácter de los líderes basados en
principios: Ellos son.
- Integridad: el valor que nos asignamos a nosotros mismos. Al identificar,
organizar y ejecutar los valores, priorizando actividades cotidianamente se
desarrolla autoconciencia y autovaloración, observando y cumpliendo las
promesas.
- Madurez: el equilibrio entre la valentía y la consideración. Expresar
sentimientos con valentía equilibrada ya que integra bienestar a largo plazo y
resultados finales.
- Mentalidad de abundancia: hay de sobra para todos, no es un juego de suma
cero. Podemos llegar a acuerdos en que todos ganemos, lo que consigue
beneficios y responsabilidad compartidos.
A partir del trabajo de Covey
creo que la pregunta para cualquier líder organizacional es “¿Cuáles son los
principios que a usted lo guían en su trabajo?, ¿Cómo honra dichos principios?,
¿Los mantiene pese a circunstancias contrarias? Y, cómo muchas veces esto puede
quedar solo en palabras, la pregunta para los seguidores serían, “Qué
principios guían al líder?, ¿Los honra continuamente?, ¿los mantiene pese a las
circunstancias?. Sobre esto se puede evaluar consistencia o inconsistencia
entre el discurso y la acción. Creo que muchos no salen bien en la evaluación.
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