lunes, 6 de febrero de 2017

El Gorila Invisible y otras maneras en las que nuestra intuición nos engaña. Christopher Chabris y Daniel Simons


Recuerdo cuando vi el video del gorila por primera vez. Fue una charla a la que me invitaron el año 2009 o 2010 en Santiago. No recuerdo la temática de la charla, pero si recuerdo como el expositor pasó el video y el grueso de los participantes, tal como cuentan en el libro, no vio al gorila. Para quienes no han visto el experimento este es muy simple: se les solicita a las personas que vean un video donde un grupo de personas juega basquetbol y cuenten los pases que dan los jugadores. En la mitad del juego aparece un gorila mientras los jugadores continúan jugando. Al concluir el video se le pide a los observadores que cuenten lo que vieron y, la mayoría, sólo ve pases de basquetbol y no ve para nada al gorila.

Y, a proposito también recuerdo, que hace un tiempo atrás en Buenos Aires en un curso de coaching ejecutivo del que participaba, el expositor nos mostró un power point lleno de figuras geométricas, nos pidió que las contásemos y luego nos preguntó qué hora era. Debo decir que nadie vio dicha información, la que estaba muy a la vista de todos en un círculo, que contenía la hora.

Hasta ahora dichas experiencias eran anecdóticas para mí y las interpretaba bajo el concepto de percepción selectiva, es decir, como nuestra atención se enfoca en algunas cosas y deja de percibir otras, a partir de las distinciones que tenemos, de las experiencias que vivimos o del estado emocional en que nos encontramos. Desde una perspectiva muy ingenua cualquiera de nosotros supone que la realidad está ahí y la percibimos de manera completa. Sin embargo, si es que ello fuera así, sólo percibimos algunas cosas y las demás no las vemos, somos muy ciegos habitualmente.

Y parece que esta ceguera no se cura nunca, ya que es imposible percibirlo todo, frente a lo cual podemos hacer, al menos dos cosas, la primera darnos cuenta que ello es así y que somos observadores limitados, incapaces de percibirlo todo, lo que nos debe llamar a la humildad y alejarnos de la omnipotencia. La segunda, es una invitación al aprendizaje, ya que en la medida que contamos con más distinciones o adoptamos una actitud de mayor apertura nuestro mundo se amplía.

Últimamente, a partir del curso de The Art of Hosting que hice en Perú comencé a relacionar el fenómeno con el enfoque apreciativo, es decir, que cuando ponemos la atención en algo vemos sólo cosas relacionadas con aquello, por eso que cuando nos enfocamos en defectos o debilidades eso es lo que vemos o que cuando buscamos fortalezas u oportunidades ello es lo que empieza a aparecer. Por eso, estoy convencido que el buen coach hace preguntas que amplían las posibilidades, que lleva al coachee a observar lo que antes no veía y con ello ampliar su mundo de oportunidades.

Es interesante el video del gorila pues da pie a numerosas conversaciones. Los autores del libro se valen de esta historia para hablar de las ilusiones o cegueras cotidianas: ceguera por falta de atención, ilusión de la memoria, ilusión de confianza, ilusión de conocimiento, ilusión de causa e ilusión de potencial. Definen ilusiones como “creencias distorsionadas que tenemos acerca de nuestra mente, que no son simplemente erróneas sino también peligrosas”. Esta ilusiones son persistentes, aun cuando sepamos que ellas son defectuosas siguen siendo obstinadamente resistentes al cambio. Afectan nuestro comportamiento todos los días.

Bajo el libro subyace una crítica constante a la idea de inteligencia intuitiva, que las personas puedan hacer conexiones instantáneas, rápidas, con pocos datos, las que los autores interpretan derechamente como prejuicio, errores cognitivos o falta de mentalidad científica. A mi juicio, según el MBTI los autores son claramente de naturaleza “sensorial”, los datos son los que valen. A mi entender la intuición es una poderosa herramienta o recurso que es importante desarrollar, sin embargo, hay que reconocerles que muchas veces las personas intuitivas se equivocan y, al no contar con datos, no tienen como contrastar dichas intuiciones.

Veamos cada una de las ilusiones en particular:

Ilusión de la atención: Descrita a partir del experimento del gorila. No vemos algo porque nuestra atención está puesta en otro lado. Nuestros recursos atencionales son escasos y limitados por lo que no podemos hacer muchas cosas a la vez. Una conclusión que se deriva es que hay que tener cuidado con manejar y atender el teléfono.

Ilusión de la memoria: Nuestra memoria es menos creíble de lo que solemos aceptar. Estamos llenos de falsos recuerdos que adulteran la historia para hacerla coincidir con nuestros deseos presentes, ya sea porque omitimos información, porque nos acordamos sólo de lo que nos interesa o ajustamos la memoria para interpretarla acorde a lo que vivimos en el presente.

Ilusión de confianza: Solemos considerar competentes a quienes se desenvuelven con confianza en un dominio y, al revés, asociar con incompetencia a quienes se muestran desconfiados. Esto puede ser un error grave, ya que nada indica que quien se mueve con confianza y soltura sea más competente. Ejemplo: visitar al médico y que diga algo así como “antes de darle un receta, permítame revisar el manual de diagnósticos para ver si estoy en lo cierto”, lo cual puede ser muy prudente y astuto de su parte y podría demostrar un alto profesionalismo v/s uno que luego de escucharnos sólo unos minutos diga con gran confianza y seguridad, “tómese este remedio y se va a mejorar”, lo que podría revelar improvisación, incompetencia, falta de acuciosidad, más aún si se trata de alguna enfermedad poco común. Recordar que este es el truco de muchos farsantes, estafadores y timadores.

Ilusión de conocimiento: Muchas veces las personas piensan que saben más de lo que saben. Esta ilusión nos hace pensar que sabemos cómo funcionan los objetos comunes cuando en realidad lo desconocemos y su influencia y sus consecuencias son aún mayores cuando razonamos acerca de “sistemas complejos” los que tienen muchos componentes que interactúan y su comportamiento general no puede determinarse con facilidad simplemente sabiendo cómo se comportan las partes individuales. No lo dice en el libro, pero parece que está hablando de economistas o políticos, que muchas veces no tienen idea de los fenómenos complejos pero están convencidos que saben.

Ilusión de causa: Confundir casualidad, accidente o correlación con causalidad. Este es el error de quienes asocian vacunas con autismo y, dado su error, han conseguido que niños mueran y poner en peligro a mucha gente con enfermedades controladas por su descuido. No hay causalidad establecida entre una cosa y otra, sólo alguna correlación anecdótica. Y que dos eventos ocurran al mismo tiempo no significa que uno cause al otro, sólo significa que ocurren juntos, aunque nuestra mente tiende a conectarlos y establecer una causalidad. No lo dice el libro pero esto es lo que le sucede a la gente que va a los casinos, le reza a la máquina y la máquina gana, luego, interpreta que rezarle es la causa de ganar y se dedica a rezarle cada vez que va al casino aunque siga perdiendo.

Ilusión de potencial: Podemos aumentar nuestra inteligencia ya, solo despertemos el potencial no utilizado porque parece que sólo usamos el 30% del cerebro. Estimule el aprendizaje escuchando a Mozart, haciendo crucigramas o resolviendo sudoku. Dicen los autores, pág. 220, que esta ilusión “nos lleva a pensar que en nuestro cerebro existen vastos reservorios de capacidad mental desaprovechada, que está a la espera de que accedamos a ella tan pronto como sepamos cómo”. Combina dos creencias, “que debajo de la superficie la mente humana y el cerebro albergan el potencial de tener un rendimiento mucho mayor, en una amplia variedad de situaciones y contextos del que en general tenemos y, segundo, que este potencial puede liberarse con simples técnicas que se implementan de modo fácil y rápido”.


A partir de las “ilusiones” creamos una interpretación del mundo y, a partir de dicha interpretación, actuamos en el mundo, lo que nos puede crear dificultades y errores. Desde la perspectiva del coaching dan lugar a buenas preguntas para hacer a nuestros coachees y, desde ahí, ayudarles a hacer interpretaciones que les abran nuevas opciones.

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