Hace unos días atrás
hablé con una persona que la acaban de nombrar jefe en la organización. Es un
excelente profesional y creo que, desde esa perspectiva, el nombramiento es
ajustado. Trataba de explicarle que, de ahora en adelante, adquieren
importancia otros elementos en su trabajo, elementos que son nuevos y donde
tendrá que hacer un importante aprendizaje para tener éxito.
No se si me entendió
claramente y me puse a escribir estas reflexiones.
Tradicionalmente se
pensaba y, de hecho se sigue pensando fuertemente en ello, que los
determinantes del buen desempeño en el trabajo eran las calificaciones
escolares (de la educación media o de la educación superior) o los diplomas que
se tenían.
Es cierto que las
notas escolares o universitarias alguna correlación deberían tener con el
desempeño laboral, sin embargo no es tan clara dicha asociación, pues está
lleno de evidencia de sentido común, que en un curso, los alumnos con mejores
notas no siempre son los más exitosos en el trabajo o, por el contrario,
alumnos que tienen notas más bien mediocres luego se destacan en su ejercicio
laboral.
Estas intuiciones
las plasmó Mc Clelland en su trabajo sobre competencias, donde demuestra que
existe poca correlación entre notas y desempeño y entre tests psicológicos y
desempeño. Mc Clelland populariza el concepto de competencia.
Concepto de competencias:
Hay varias definiciones del concepto
de competencia y, me parece, se concentran en dos elementos: como atributos o
características subyacentes o como movilización de esos atributos.
(1) la definición de
Boyatzis.
“Las Características
subyacentes en una persona que está causalmente relacionada con una actuación
de éxito en un puesto de trabajo"
Boyatzis se
concentra en las características que generan un comportamiento en el puesto de
trabajo que puede juzgarse como exitoso.
Estas
características subyacentes están referidas a conocimientos, habilidades,
rasgos de personalidad, motivación, actitudes, autoconcepto, etc.
(2) la definición de
Le Boterf.
“Un saber actuar, es
decir un saber integrar, movilizar y transferir un conjunto de recursos
(conocimientos, saberes, aptitudes, razonamientos, etc.) en un contexto dado
para enfrentar diferentes problemas o para realizar una tarea”.
Le Boterf acentúa la
integración de los recursos, no es sólo acumular conocimientos o habilidades,
es saber movilizarlos en una situación concreta.
Integrando ambas
definiciones se puede concluir que la competencia se caracteriza por un
conjunto de elementos subyacentes que deben ser movilizados en un contexto
determinado, en este caso, en el contexto laboral.
Competencias –
Educación – Trabajo:
Hay un isomorfismo
entre lo que requiere un trabajo y lo que se aprende en la educación:
Cualquier trabajo
tiene dos componentes centrales: tareas y relaciones. En cualquier trabajo se
realizan determinadas actividades de resolución de problemas y, en todo trabajo
se sostienen relaciones con otras personas, ya sean clientes, proveedores,
colegas, jefes, etc.
De igual modo, lo
que se aprende en la educación se relaciona con habilidades técnicas referidas
a conocimientos de oficios o profesiones y habilidades sociales o conductuales.
Siguiendo el
lenguaje de las competencias, las primeras se llamarán competencias técnicas y las
segundas competencias conductuales o genéricas.
Competencias técnicas y genéricas:
Competencias técnicas:
Estas están
referidas a los conocimientos o habilidades relacionadas con un oficio o
profesión. Pueden incluir destrezas procedimentales (como se hacen las cosas) o
destrezas de resolución de problemas (como hacer diagnósticos o distinguir
problemas). Se aprenden en contextos formales (estudiándolas), cambian con
cierta rapidez y se pueden volver obsoletas si la persona no recicla estas
competencias. Se pueden establecer niveles de competencia (la distinción entre
junior o senior por ejemplo). Sveiby habla de este dominio como el dominio de
los expertos.
Competencias genéricas o transversales:
Este concepto
aparece en la literatura con varios nombres: competencias conductuales, habilidades
sociales, etc.
Estamos hablando de
capacidades generales que son útiles en muchas situaciones de trabajo y que
tienen que ver con desenvolverse adaptativamente, por lo que implican
habilidades comunicativas, sociales, emocionales.
Estas competencias
se aprenden en contextos sociales como la familia, el colegio o la Universidad , no
siempre al interior de la sala de clases, sino que en la interacción social que
ocurre en esos sitios.
Competencias directivas:
Tradicionalmente,
las personas ascienden en la jerarquía organizacional por las competencias
técnicas, el mejor profesor es nombrado Director, el mejor médico es nombrado
Director del Hospital, el mejor vendedor es nombrado supervisor de ventas y así
en cualquier organización.
Sin embargo, cuando
se accede a cargos de gerenciales, de supervisión o de jefatura las
competencias transversales se vuelven más importantes ya que el trabajo empieza
a implicar conversar con otros, resolver conflictos, tomar decisiones, mostrar
manejo emocional, autocontrol, liderazgo, etc.
Incluso puede
pensarse que al estar en cargos directivos muchas de las competencias técnicas
se vuelven obsoletas por falta de uso, el cirujano deja de operar, el profesor
de hacer clases, el vendedor de vender.
Esto no significa
que dejen de ser valiosas, pues para dialogar con los colaboradores sigue
siendo importante tener nociones técnicas, sin embargo, pierden valor, al estar
el trabajo enfocado en otras acciones como decidir, pensar estratégicamente,
manejar conflictos, escuchar, etc.
Hay autores que
buscan determinar cuales son las competencias directivas críticas, me gusta la
idea que propone Kotter, se trata de trabajo conversacional. Quienes dirigen a
otros están casi permanentemente conversando, con clientes, con proveedores,
con colegas, con empleados, con gente de adentro y de afuera de la
organización. Estas conversaciones pueden ser de corta o larga duración, más o
menos profundas, pero conversan todo el día y así resuelven conflictos,
construyen relaciones, inspiran valores, escuchan problemas, toman decisiones,
etc.
Cuando hablaba con
el jefe que me inspiró estas líneas le decía que era importante aprender a
mirar las competencias transversales y reflexionar que aquí hay un espacio de
aprendizaje enorme, que tenga cuidado con la arrogancia de creer que porque
sabe mucho de una temática técnica sabe dirigir personas, resolver conflictos,
tomar decisiones, contener emociones, retroalimentar el desempeño y otras cosas
más.
Está lleno de
experiencias de buenos médicos que son malos directores de hospital, buenos profesores
que se pierden como directores de colegio, excelentes vendedores que fracasan
como supervisores y muchos ejemplos más. Y, a mi modo de ver, la explicación de
ello es que no saben, nadie les dijo, que para hacer bien el trabajo directivo
necesitan usar y desarrollar otras competencias y, si carecen de ellas, hacer
un esfuerzo por aprenderlas.
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