Cisnes negros. Eventos de baja
probabilidad y gran impacto. A propósito del coronavirus y la pandemia que
vivimos por estos días. En google hay muchos resúmenes de la propuesta de
Taleb. Aquí
está la de Wikipedia.
Dice al inicio de su libro “antes del
descubrimiento de Australia, las personas del viejo mundo estaban convencidas
de que todos los cisnes eran blancos, una creencia irrefutable pues parecía que
las pruebas empíricas la confirmaban en su totalidad”. La visión del primer
cisne negro…..”Ilustra una grave limitación de nuestro aprendizaje a partir de
la observación y la experiencia y la fragilidad de nuestro conocimiento”. “Una
sola observación puede invalidar una afirmación generalizada derivada de
milenios de visiones confirmatorias de millones de cisnes blancos.
El libro habla entonces de nuestra
falsa sensación de certidumbre, sobre todo cuando nos basamos en la experiencia
pasada y en el razonamiento de la curva normal.
Respecto de la “experiencia pasada”,
si esto no ha ocurrido nunca en nuestra propia experiencia, por qué habría de
ocurrir, lo que refleja un error importante no sólo de razonamiento sino que una
falsa seguridad en que el pasado predice el futuro, lo que no tiene porqué ser
cierto. Pienso en cómo ello afecta nuestra percepción de las personas, de las
organizaciones y de la vida en general. En alguna parte del libro cuenta cómo
ello nos permite construir una (falsa) confianza citando el cuento del pavo de
acción de gracias norteamericano. Desde su perspectiva, todos los días lo han
alimentado generosamente, así que porqué hoy o mañana no debiera ser igual.
Incluso, el día previo a que le corten la cabeza lo alimentan más que nunca,
razón por la cual el pavo jamás pensaría que sus horas están contadas.
Y, respecto del segundo, razonar con
la curva normal. Es cierto que hay eventos que se mueven en torno a un promedio
y alrededor de ese promedio hay desviaciones, razón por la que los eventos que
están lejos del promedio tienen baja o muy baja probabilidad de ocurrir. Pero, ¿y
si ocurrieran?. Pienso en todos los edificios construidos al lado de la
desembocadura del rio en la ciudad donde yo vivo (La Serena). Seguramente
quienes han construido ahí y, peor, quienes han comprado, razonarán en que la
probabilidad según la curva normal que haya unas lluvias gigantescas que
ocurren cada 100 o 500 años son muy bajas. ¿y si lloviera así?, como paso hace
algunos años atrás en Copiapó y Chañaral.
Bueno, en ese caso no sirve para nada la curva normal según Taleb.
Un Cisne Negro tiene tres atributos
según el autor:
1 Es una rareza, pues habita fuera de
las expectativas normales, porque nada del pasado puede apuntar de forma
convincente a su posibilidad.
2 Produce un impacto tremendo.
3 Pese a su condición de rareza, la
naturaleza humana hace que inventemos explicaciones de su existencia después del hecho, con lo que se hace
explicable y predecible.
La historia del mundo está llena de
cisnes negros, eventos que nadie predijo y tuvieron un tremendo impacto en el devenir
humano. Basta mirar los atentados a las torres gemelas en Nueva York, la crisis
subprime, el mismo coronavirus y otros eventos cercanos en el tiempo. Además
nuestra propia historia personal puede estar llena de fenómenos de este tipo:
la elección de profesión, de pareja, la ciudad donde vivimos, amistades y
muchas otras cosas más. Muchos de estos eventos personales fueron impredecibles
en su momento y probablemente cambiaron nuestra vida de un modo importante.
Vuelta al coronavirus. Es un evento
que si se mira con atención tenía una gran probabilidad de ocurrir, dado el
aumento de la población en el planeta, la (mala) costumbre china de comer
murciélagos y otros animales silvestres, la hiperconexión aérea del planeta o
las cadenas logísticas internacionales. ¿Por qué nadie lo previó seriamente al
punto de destinar recursos científicos o sanitarios por si algo así ocurriera?.
Y su impacto ha sido significativo en términos de inmovilizar al planeta, generar
muchísimas muertes evitables y dañar la economía mundial.
Me quedo con muchísimas reflexiones
luego de leer el libro.
1 La vida y el futuro tienen grandes
dosis de incertidumbre. No sabemos que podría ocurrir. Podría meramente
repetirse lo que ha ocurrido antes o podrían suceder eventos que nadie ha
planificado. No siempre nos llevamos bien con esta incertidumbre, creemos que
el mundo está mal cuando ocurre algo no planeado, en vez de razonar con
humildad y simpleza el poco control que tenemos del futuro y los
acontecimientos.
2 Dado todo esto, estar preparados
para cambiar los planes y no perder de vista lo importante. Esto me resuena
mucho hoy con estar encerrados en nuestras casas, con la presión escolar de
hacer tareas on line con nuestros niños. Una persona se quejaba que los niños
no iban a aprender a leer en abril ni iban a estar al día en no sé qué
aprendizajes escolar. ¿Y qué importa? Cuando vuelvan al colegio se pondrán al
día, por ahora hay muchas cosas importantes que aprender cómo el valor de estar
en familia, de ayudar en casa, del auto cuidado, etc. Creo que aprender a
lidiar con los cambios de planes es especialmente difícil para quienes son más
estructurados y rígidos, incluyendo organizaciones y países. ¿Tocar los fondos
previsionales?, por qué no, si esto que ocurre es excepcional. ¿Negociar de
otra manera empresa – trabajadores?, por qué no, si esto que sucede no había
ocurrido nunca. ¿buscar el bien común políticos de todos los sectores en vez de
torpedearse unos a otros?, sería un gran cambio de paradigma en este tiempo.
3 Una derivada hacia la planificación
estratégica que se hace en muchos lugares, donde se busca anticipar cuestiones
de verdad impredecibles cómo cuál será el precio del cobre en 5 años más, o el
precio del petróleo, o la producción china de no sé qué cosa. Hoy más que
planificar estratégicamente hay que contar con pensamiento estratégico, mirada
flexible, de modo que si se dan ciertas tendencias podrían ocurrir ciertas
cosas pero solo como posibilidades.
4 El valor del aprendizaje. Aprender
es precisamente el principal recurso humano frente a lo nuevo, lo impredecible,
lo no esperado. Y todo indica además, así lo dice al menos Taleb, que los
cisnes negros no harán más que incrementarse dada la complejidad que le hemos
puesto al mundo. Como decimos en el coaching, hacernos preguntas del tipo ¿qué
tengo que aprender aquí?, ¿qué tenemos que aprender aquí?. Aprender supone
entonces también desaprender, abandonar prácticas que nos han servido en algún
momento pero que ya no nos sirven.
5 Tal como dice el autor construimos
explicaciones retrospectivas de los sucesos Cisne Negro, explicaciones que
hacen comprensible lo ocurrido como si lo hubiéramos predicho. Todos somos “generales
después de la batalla”. Tener cuidado con estas narrativas que esconden nuestra
dificultad de predecir y nos dan la falsa sensación de habernos anticipado
cuando no nos hemos anticipado en nada. Reconocer que podemos decir “no sé”, “no
lo hemos pensado”, “estamos aprendiendo”, es un “desafío nuevo”, “nuestra
teoría no sirve” y muchas más parecidas nos vendrían bien a nivel personal,
organizacional y colectivo. Ello implica dejar de confiar en los opinólogos de
matinal que se las saben todas o en los futurólogos que andan siempre perdidos
y confiar más en nuestras capacidades colectivas de aprendizaje más que de mera
anticipación.
Qué depara el futuro?, más cisnes
negros con seguridad, así que este será un gran desafío para los años que
vienen.