Tomamos decisiones a cada rato y
en múltiples ámbitos, algunas grandes como elegir la carrera que cursaremos o
comprarnos una casa y otras pequeñas como escoger que pedir en un restaurant o
que camisa comprarnos.
Los autores proponen la
existencia de cuatro “villanos” en la toma de decisiones. Cada villano
representa una dificultad específica en la calidad de las decisiones que
tomamos. Estos son los villanos.
Villano 1: Te
encuentras ante una elección pero la visión estrecha hace que se te escapen
opciones.
Villano 2:
Analizas tus opciones pero el sesgo de confirmación te lleva a reunir
información sesgada.
Villano 3: Tomas
una decisión pero la emoción a corto plazo te tentará a menudo para que tomes
la errónea.
Villano 4: Luego
vives con ella pero a menudo confiarás demasiado en lo que ocurrirá en un
futuro.
A partir del análisis de estos
villanos proponen un proceso para tomar mejores decisiones que incluye aumentar
opciones, contrastar suposiciones, tomar distancia y prepararse para el error,
todos ellos pasos que permiten mejorar la calidad de las decisiones que
tomamos.
Veamos cada uno.
1 Aumentar las opciones y
evitar una visión estrecha.
Muchas veces cuando nos corresponde
tomar una decisión asumimos que la decisión es decir que si o que no, por ello
que es muy conveniente preguntarse si habrá más alternativas disponibles. ¿Me
matriculo en esta carrera o no? Puede ser un falso dilema ya que la verdadera
decisión puede ser algo así como ¿me matriculo en esta carrera o en esta otra o
en esta otra? Por ello Heath y Heath recomiendan contemplar siempre más de una
alternativa ya que las opciones suelen ser más abundantes de lo que creemos.
Me gustó un comentario que hacen,
que se puede usar cuando realizamos coaching o consultoría y es la facilidad
para detectar visiones estrechas cuando nos plantean que la alternativa solo es
si o no. Ello por sí mismo debiera dispararnos señales de alerta y hacer
preguntas que lleven a pensar en invención de opciones.
Una variación de la visión
estrecha es cuando tenemos que escoger entre dos opciones. Frente a ello los
autores se preguntan si acaso en muchos casos será posible considerar más de
una opción simultáneamente lo que permite disparar la creatividad y mantener a
raya el ego que se compromete con una sola alternativa.
Creo que muchas veces en la vida
organizacional considerar más opciones puede ser muy beneficioso ya que evita
quedarnos “pegados” en una sola alternativa y atrincherarse en ella. Además, en
mi opinión, se relaciona fuertemente con el arte de la negociación, donde
inventar alternativas en cualquier situación resulta fundamental para destrabar
dificultades y llegar a acuerdos.
2 Contrastar las suposiciones.
El sesgo de confirmación es la
tendencia a buscar información que solo refuerza la decisión que queremos tomar.
Este sesgo produce que o no consideremos otra información o que si la tenemos
tendamos a minimizarla o no darle importancia.
Por ello que un elemento
importante para tomar buenas decisiones es buscar proactivamente información contraria
a nuestras alternativas, siguiendo el modelo usado por la iglesia para canonizar
santos: el abogado del diablo o haciéndose
la pregunta ¿qué tendría que darse para que esta opción fuese la mejor opción?
Como el sesgo de confirmación es
una costumbre habitual me pareció muy interesante la idea propuesta por los
autores de desarrollar disciplina para plantearnos lo contrario. Creo que a nivel
de organizaciones esta debiera ser una sana costumbre, valorar al que propone
una decisión y también valorar al que, por rol, busca, como buen abogado del
diablo, señalar porque no va a funcionar, de manera de tomar decisiones más
equilibradas. Creo que esto es especialmente relevante cuando el que propone la
idea y quiere llevarla a cabo es el que tiene
el poder en la organización, en cuyos casos lo que suele escuchar es “que buena
idea”, “que magnífica oportunidad”, cuando muchos por dentro piensan, “esto no
va a resultar”, por lo que debiera valorarse el cuestionar esas ideas y no
confirmarlas de inmediato. En mi opinión, que bien la vendría a muchos
directivos y gerentes estimular que cuando proponen una decisión los
contradigan, les indiquen lo que puede fallar o les muestren opciones de mejor
calidad ya que más que herir el ego le harían un gran favor a muchas
organizaciones.
3 Tomar distancia antes de
decidir.
Como los seres humanos vivimos en
espacios emocionales y las emociones nos predisponen a la acción, podemos ser
tentados a tomar decisiones desacertadas a largo plazo al ser movidos por
nuestras emociones. Esto lo saben bien los vendedores sobre todo los que suelen
crear situaciones del tipo “se va a perder la oportunidad de su vida si no toma
la decisión ahora”, empujándonos a actuar.
Por ello es crucial, sobre todo
en decisiones importantes, aprender a tomar cierta distancia para lo cual se
pueden aplicar distintas técnicas: pensar en 10/10/10 (como veremos esta decisión
en 10 minutos, 10 meses, 10 años), preguntarse qué harían nuestros sucesores,
qué le diría a mi mejor amigo en esta situación, etc.
4 Preparase para el error.
Aunque tengamos una buena
estimación del futuro siempre cabe la posibilidad que nos equivoquemos, de
hecho, al tomar decisiones es posible que nos equivoquemos con más frecuencia
de lo que pensamos. Respecto de esto pueden dar fe tesistas que estiman cuando
demorarán en su tesis de grado, proyectos de construcción que demoran más de lo
estimado, escritores de libros que se alargan interminablemente y muchos más.
Por eso los autores proponen
algunas herramientas como coeficientes de seguridad (como que para la
resistencia de un ascensor se hacen los cálculos y luego se multiplica por 11),
también se pueden poner “cables trampa”, es decir, situaciones diseñadas ex
ante que nos obligan a salir del “piloto automático”, como cuando suena el auto
al no ponerse el cinturón de seguridad o las fechas límite de entrega de
trabajos, etc.
Otro elemento que ayuda a
minimizar el error tiene que ver con el diseño de procesos decisionales que
incluyan decisiones colectivas justas, donde las personas sientan que se ha
negociado la mejor decisión o que se ha seguido una justicia procedimental, es
decir, que el proceso ha sido justo.
Los procesos no tienen mucho
glamour y pueden ser lentos pero proporcionan seguridad que hemos seguido
ciertos pasos adecuados y con ello tomar mejores decisiones.
Conclusión.
Me ha gustado mucho como escriben
los hermanos Heath, siguiendo un orden sistemático, mostrando los argumentos
con claridad y proporcionando con ello interesantes distinciones, en este caso,
sobre el arte de tomar decisiones.
Hay mucha gente intuitiva que
puede despreciar estas ideas y decir algo así como bueno, “yo decido por
tincada y esto no sirve para nada”. Es posible que sus intuiciones sean
certeras pero cómo las comparten con personas que no son intuitivas, cómo las
validan, cómo se controla el error. Me parece que mirar los elementos aportados
por los autores le da más valor incluso a esas decisiones intuitivas ya que las
valida y permite mejorar su efectividad.
Ahora a poner en práctica estas ideas en nuestras próximas decisiones.
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