Definitivamente, al menos en
Chile, el coaching como práctica está de moda,
mucha gente formándose en distintos programas y mucha gente ofreciendo
servicios de coaching. Un campo donde es difícil juzgar cuando se trata de algo
serio y cuando es “pura venta de humo”.
Yo mismo ofrezco un curso que
llamo “herramientas de liderazgo y coaching”, de 16 horas de duración y me
sorprendo de personas que me preguntan si con eso se transforman en coaches,
que me insisten en la certificación para ejercer como coach y no sé si es pura ingenuidad
o derechamente una expectativa infundada que para ejercer como coach bastan 16
horas de capacitación.
Todo esto me provoca molestia
pues juzgo que además está lleno de falta de seriedad en muchas ofertas de
formación, que no se hacen cargo de las expectativas ilusorias que crean y que
además, no se hacen responsables del mal servicio posterior que puede
significar hasta daño para personas que contratan servicios de coaching.
Por ello creo que cualquier
persona que quiera formarse como coach tiene que clarificar expectativas y preguntar con seguridad por el
alcance de la formación, por la experiencia de los profesores y, sobre todo,
dudar que en escasas horas y con poca lectura y menos práctica pueda adquirir
esta nueva profesión. Posiblemente si ello es así, se trate de “puro cuento”.
No obstante ello, el término
“puro cuento” puede tener otra acepción. Suelen preguntarme mis clientes o mis
alumnos que es el coaching, que se hace cuando se hace coaching. El coaching se
enfoca en asistir a otra persona a cambiar conductas o a cambiar paradigmas
para sentirse más efectivo o más feliz. Esto no es algo privativo del coaching,
también se hace en otras prácticas tales como la educación, la capacitación, la
psicoterapia, la consejería o incluso la amistad.
Lo particular del coaching es que
asiste en el cambio de acciones o de “observador” a partir de conversaciones
(hacer preguntas poderosas), de un modo no directivo, sin imponer un paradigma
en particular sino que estimulando mayor flexibilidad y apertura, para lo cual
utiliza algunas técnicas basada en tres dominios: cuerpo, emociones y lenguaje.
Muchos autores y escuelas se han
referido a este tema: Según las escuelas narrativas elaboramos un discurso, un
cuento sobre el mundo que le otorga sentido a lo que hacemos. A veces este
cuento es útil, otras veces es un cuento que nos crea problemas. Según el enfoque ontológico, “vivimos en mundos
interpretativos”, hacemos interpretaciones, algunas de las cuales nos sirven y
otras “nos quedan chicas”. Según la programación neurolingüística, construimos
un “modelo” del mundo, modelo que por definición es imperfecto y que sirve a
veces y otras veces no. Según Peter Senge (ver “La Quinta disciplina”), elaboramos “modelos mentales
no sólo los individuos sino que también las organizaciones y esos modelos
mentales pueden abrirnos posibilidades o cerrárnoslas.
Muchas veces el coaching se
enfoca en el cambio de conductas, proponerle al coachee otras alternativas de
acción que, en el momento actual, es incapaz de visualizar como alternativas.
Dichas acciones le permiten realizar algo distinto que, con alguna
probabilidad, lo llevan a juzgar – sentir que sale de algún entrampamiento en
que se encuentra
Este coaching “de acción” no
necesariamente implica un “cambio de observador”, pero puede ser de gran ayuda
a alguien que se siente estancado, sin posibilidades y a quien definitivamente
no se le ocurren nuevas posibilidades de acción.
Sin embargo hay otro nivel de
cambio, al que Bateson en su tiempo llamaba “deuteroaprendizaje”, el que se
localiza a nivel de visión de mundo y ese cambio, al producirse, otorga la
posibilidad de mirar las cosas de otra manera y, por lo tanto, contar con otras
acciones disponibles de las que se contaba en el momento actual.
Cuando ello ocurre, lo que hace
el coaching es “contar cuentos”, “interpretar los mismos datos de otra manera”,
“mirar la misma situación de otro modo”, “darle más énfasis a algunos aspectos
que a otros”, “poner una perspectiva que antes no se tenía”, “centrar la mirada
en otra parte del cuadro”, etc. Cuando ello ocurre la persona vislumbra
posibilidades que antes era incapaz de vislumbrar.
Hace algunos días atrás una
coachee me contaba lo mal que lo estaba pasando con su nuevo jefe, quien sólo
se enfocaba en metas y no le daba ningún reconocimiento. Ella muy acostumbrada
a recibir reconocimiento constante sufría por esta falta de atención. En su
inseguridad sentía que lo importante era la valoración externa más que la
valoración interna. Además, al estar pendiente de su jefe, descuidaba a su
equipo de trabajo. Le pregunté. ¿Cuál va a ser el regalo que te va a dar este
nuevo jefe?. Luego de mucho pensarlo, abrió los ojos y señaló algo así como
“voy a tener que aprender a valorar yo misma lo bien que hago las cosas, más
que depender de tanta valoración externa”. Me la encontré unos días atrás y me
dijo, esta conversación me ha cambiado la vida. Ahora tengo un nivel de
seguridad que antes no tenía.
Lo anterior no me ocurre a cada
rato y siempre que me sucede me río de mí mismo y digo que ojalá me pasara más
seguido que me dijeran que conversar conmigo le ha cambiado la vida…..cultivar
la liviandad y tener cuidado con la omnipotencia y la arrogancia, tan frecuente
en algunas personas.
Mi amigo y coach Marco Ortiz, en
la foto, hace siempre un gesto con las manos, las pone en un ángulo y luego las
abre un poco, diciendo que el coaching se enfoca en ampliar el ángulo de la
mirada. En el corto plazo, en una distancia corta no se nota, pero en el largo
plazo o en una distancia larga, se nota mucho el efecto de cambio de mirada.
Hacer esto es un arte, aunque el
coaching se apoya en ciertas técnicas. Según Pucheau (ver post), en el caso del coaching
ejecutivo estas técnicas son: 1.- Escucha, 2.- Énfasis, 3.- Preguntas, 4.-
Reflejo, 5.- Retroalimentación, 6.- Interpretación, 7.- Cuento de historias o
anécdotas, 8.- Modelaje y ensayo, 9.- Uso de lecturas para guía y práctica, 10.-
Asignación de tareas.
Estas son técnicas de naturaleza
lingüística. Desde los dominios de la emoción y de la corporalidad existen
muchas más técnicas. Mi amiga Carmen Parraguez, coach también, hace unos trabajos muy lindos
desde la corporalidad.
Así que la próxima vez que le
digan “el coaching es puro cuento”, tal vez sea verdad.
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