Hace algún tiempo realicé una
encuesta para saber que libros leían mis amigos que trabajan en RR.HH., coaching,
liderazgo y DO. (Ver http://lastreto.blogspot.com/2014_07_01_archive.html).
En esta encuesta alguien señaló el libro El Elemento de Ken Robinson, lo que me
produjo curiosidad y sin tener muchos antecedentes lo compré. Y, hace poco más
de un mes, una muy buena amiga me contó que estaba leyendo el libro y lo había encontrado
muy bueno. Entonces comencé a leerlo y no he parado hasta terminarlo pues me ha
parecido especialmente inspirador.
Comienza contando varias anécdotas,
entre ellas la historia de una niña de ocho años, un desastre escolar por sus
malas notas, el no cumplimiento de sus tareas, su mala caligrafía, etc., quien
es llevada de urgencia por su madre al psicólogo para que la diagnosticara y
“la arreglara”. Entonces el psicólogo le hace muchas preguntas a la mamá y
luego salen fuera del box y la invitar a mirar a su hija por una ventana,
mientras deja la radio prendida. Cuento corto, la chica no hace más que bailar,
“se le van las patitas bailando”, con gran placer en la cara. El psicólogo le
dice a la madre que “su hija no está enferma”, que es bailarina y la lleve a
una escuela de danza.
La anécdota me hace pensar en la
sabiduría del psicólogo para reconocer la naturaleza de la situación, más bien
un problema vocacional que un trastorno clínico. Esto me lleva a reflexionar en cuántos niños conozco, amigos de mis hijos
o hijos de conocidos, que sufren yendo al psicólogo o a algún especialista para
que los “arregle” y sean niños más tranquilos, más adaptados al colegio, cuando
en definitiva el problema no es el niño, sino que el sistema escolar exigente y
muchas veces desenfocado.
A juicio del autor, el sistema
escolar actual fue diseñado en un mundo que ya no existe, con una secuencia de
contenidos rígida, con materias estandarizas, con mucha homogeneidad, imitando
de alguna manera la cadena de producción industrial. Además dice Robinson, con
un concepto de jerarquía, que deben aprenderse ciertas materias y no otras,
tales como matemáticas, física, química, lenguaje, minusvalorando el arte, la
danza, la música, la poesía y otras cosas más.
Me gustó esta reflexión del
autor. Entiendo que las matemáticas y otras materias son importantes, pero bajo
qué criterios se definen las asignaturas importantes y las que no importan. Qué
pasaría si un colegio tuviera más horas de danza y menos de matemáticas, que
pasaría si otro colegio tuviera más literatura o poesía y menos física. Leí por
ahí que Einstein tocaba el violín cuando se entrampaba con las ecuaciones.
Estoy de acuerdo con el autor que los niños que están actualmente en el colegio
se jubilarán el año 2070 y no tenemos ninguna idea de cómo va a ser ese mundo,
lo que si podemos aventurar es que será muy distinto del mundo que conocemos
hoy por lo que la formación debiera ser cada vez más abierta y menos
estandarizada.
Es evidente que no todos estamos
cortados con la misma tijera, que todos tenemos gustos, características y
habilidades tan distintas y como el colegio, el grupo de pares o la sociedad en
general, muchas veces en vez de estimular estas diferencias en su valor, las
cercena y se dedica a estimular la conformidad y la falta de creatividad. Nota
aparte tiene en este sentido constatar como en los colegios se castiga al que
es diferente, al que se aparta del grupo porque tiene gustos que no van con la
mayoría o con lo que es popular. Hay una película muy hermosa de un niño que le
gustaba el ballet, que refleja esto con gran claridad.
Yendo al foco del libro, cuando
habla del elemento, es descubrir aquello que nos gusta y que al hacerlo nos
hace sentir realmente nosotros mismos, con un sentido de disfrute y felicidad,
no simple alegría, sino que con conexión con la identidad, con los objetivos,
con el bienestar. Es bonito cuando dice
que cuando alguien descubre su elemento, lo vive como una epifanía,
experimentando una revelación, una percepción de quien es realmente y que debe
hacer con su vida. Como dice el blog http://noleasesteblog.com/el-elemento-ken-robinson/ ¿Qué es El Elemento? ¿Cómo
describir algo tan complejo y a la par tan evidente? Si en esta vida vamos a
estar, como todo apunta, de paso, es lógico que dediquemos nuestro tiempo y
energía a elaborar algo que realmente nos apasiona y que pensamos que hace de
este mundo un lugar un poco mejor. Se podría resumir la esencia en una breve
frase: haz lo que amas.
El autor hace una bonita
reflexión en torno a la inteligencia. Cuenta que cuando habla a grupos les pide
que evalúen su inteligencia del uno al diez, siendo diez el máximo. Dice que invariablemente
la mayor parte se califica entre seis o siete. Lo importante es que nadie
pregunta ¿de qué inteligencia estamos hablando? O ¿qué se entiende por
inteligencia? A su juicio, esto de dar por sabida la definición de inteligencia
es una de las razones por las que muchas personas infravaloran sus habilidades
y fracasan a la hora de encontrar su elemento. Me parece interesante la
reflexión pues parece ser que para el sentido común la inteligencia es lógica –
matemática. Siguiendo a Gardner, ¿y qué pasa con las otras inteligencias?, ¿no
se puede acaso ser inteligente de otros
dominios o de otro modo?
Siguiendo con la reflexión de la
inteligencia, señala que esta tiene tres rasgos: es extraordinariamente heterogénea,
es muy dinámica y es totalmente peculiar. Esto lleva a la pregunta: ¿de qué modo eres inteligente? Esto
me recuerda el “enfoque apreciativo”, concentrarse en lo bueno, ¿qué haces
bien?, ¿qué fortalezas te han traído hasta aquí?, ¿qué recursos tienes que podrías
utilizar en esta situación?
Para descubrir “el elemento”,
destaca la importancia de los mentores, personas que a veces ven en nosotros
algo que no vemos de nosotros mismos y que en virtud de su motivación, cercanía
o cariño hacen que salga lo mejor de las personas. Para esto se encargan de
reconocer aptitudes o habilidades en la persona, también se preocupan de estimular o llevarnos
a creer que podemos conseguir algo que antes de conocerlos nos parecía poco
probable. En tercer lugar cumplen un rol de facilitadores ayudando con el aprendizaje
y, finalmente, también se encargan de exigir, de empujarnos más allá de lo que
consideramos nuestros límites, empujándonos más allá del promedio.
Me gusto mucho
la reflexión que hace acerca de los mentores. En mi propia vida los he tenido y
hasta el día de hoy estoy especialmente agradecido de ellos. Creo que el
liderazgo, el buen liderazgo, tiene mucho de esto, como “inspirar” en los demás
lo mejor de sí, de modo que hagan una contribución valiosa a una organización,
a la vez que se movilizan para desarrollarse por sí mismos haciendo aquello que
disfrutan, estando en su “elemento”.
Me pareció un
texto optimista con el ser humano, que nos estimula a hacer aquello que
disfrutamos y con lo que hacemos un aporte a la humanidad, saliendo de la
resignación y del conformismo.
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