Estos últimos días he sido
desafiado a escuchar el tema de la escucha. He hecho varias clases en el curso
de coaching ontológico que hacemos con Marco Ortiz y justo me correspondió
presentar este tema. Estoy realizando un curso de liderazgo y coaching en una
institución y seleccioné este tema dada la importancia que creo tiene para las
jefaturas y ayer, sin ir más lejos, se me acercó una persona y me dice algo así
como “¿has leído a Echeverría? Porque yo lo estoy leyendo y estoy dedicado a
trabajar mi escucha”….
El sentirse escuchado es una
condición importante en cualquier relación, sobre todo en aquellas en las que
queremos construir un vínculo de cercanía, de amistad, de proveedor – cliente,
de pareja, etc. Conozco personas que son muy hábiles en esta competencia,
rápidamente adoptan una posición, una actitud receptiva, de apertura a lo que
la otra persona les cuenta. Por otro lado, conozco muchos a quienes adoptar
esta actitud les resulta difícil y cuando interactúo con ellas entro en una
conversación interna en la cual me dijo, “¿me estará escuchando?”, “¿le
resultará significativo lo que le digo?”.
Me acuerdo que ya Carl Rogers
hablaba de la importancia del sentirse escuchado como uno de los elementos
fundamentales de la terapia exitosa. Creo que Rogers se quedó corto, pues
sentirse escuchado no sólo es importante en la terapia, también lo es en la
pareja, en el trabajo, en los negocios y en la vida en general.
En relación a estas reflexiones
creo que existen cuatro conceptos distintos del escuchar, que es bueno
precisarlos para saber de qué estamos hablando cuando hablamos del tema.
Echeverría hace un fuerte hincapié en uno de ellos, aun cuando habla también de
los otros. Considero que esta reflexión ayuda a distinguir las “escuchas”.
El primer concepto de escucha
tiene que ver con la apertura, la receptividad. Escuchar es adoptar una actitud
de dejarse afectar por lo que el otro nos dice. Este concepto de escucha
implica aceptar la posibilidad que lo que la otra persona me indica genere
cambios en mí. Desde esta perspectiva un “buen escuchador” es alguien que se
pone en una posición de apertura, disponible.
En el enfoque que acabo de
indicar “no hay nada más peligroso que una buena conversación” ya que si entro
a cualquier conversación con esta actitud, siempre cabe la posibilidad de mirar
las cosas de otro modo, de cambiar mi perspectiva de las cosas.
La segunda acepción de escucha es
la “escucha activa o empática”. Esta escucha ha sido descrita exhaustivamente
por mucha gente, donde lo que se enfatiza es la actitud corporal, del lenguaje
no verbal que muestra interés por lo que el otro dice. Me acuerdo de la técnica
del acompañamiento de la PNL, en que acoplamos nuestra corporalidad y
respiración a lo que el otro nos va diciendo, provocando casi sin conciencia,
la sensación de sentirnos escuchados.
Creo que en este concepto de
escucha cabe mucho la posibilidad del entrenamiento y la capacitación. A
diferencia del primer concepto que es mucho más actitudinal, en este caso, si
tengo la voluntad, puedo aprender y con eso mejorar fuertemente mi escucha, permitiendo
que mi interlocutor se sienta comprendido.
Creo que cuando alguien no tiene
escucha empática, la experiencia del interlocutor es de no sentirse escuchado.
Considero que respecto de esta escucha caben las preguntas ¿si me he sentido
escuchado? Y por otro lado, ¿si soy un
buen escuchador?
En tercer lugar y aquí Echeverría
es el autor que nos inspira, está la “escucha interpretativa”. A medida que
oímos al otro vamos construyendo una historia, vamos haciendo juicios sobre un
sinfín de elementos: sus intenciones, sus dolores, sus preocupaciones, sus
posibilidades, sus imposibilidades, sobre en definitiva su alma. Desde esta
perspectiva ser un “buen escuchador” es ser hábil en imaginar – construir –
elaborar historias a partir de lo que nos dicen (o no nos dicen) para abrir
posibilidades. Aquí el coaching es el
arte de escuchar para proponer nuevas escuchas que a la otra persona le hagan
sentido.
Es interesante la escucha
interpretativa, pues desde esa perspectiva, parafraseando a Watzlawick y sus
axiomas “es imposible no escuchar” ya que siempre querámoslo o no interpretamos,
juzgamos, construimos historias de lo que el otro nos dice o no nos dice. En
este sentido cuando decimos respecto de la escucha interpretativa si he
escuchado o no, no cabe la alternativa de no escuchar, interpretar es algo que
nos acaece.
La pregunta siempre es si estas
historias nos abren o le abren al interlocutor posibilidades y cabe la alternativa
que la interpretación sea poco adecuada.
Por eso creo que la acepción de
“escucha efectiva” es muy pertinente a este dilema. Cuando aludimos a esta
acepción estamos hablando si el “hablador” juzga que escuchamos lo que quería
decir a nivel de sus palabras, sus intenciones, sus sentimientos u otro aspecto
y por otro lado si la escucha permite coordinar efectivamente la acción. Creo
que aquí es donde la escucha tiene que ver con técnicas como el verificar,
parafrasear, etc.
Me gusta pensar que se puede
aprender a escuchar mejor, a adoptar una actitud de mayor apertura, a mostrar
escucha empática, a realizar interpretaciones que le hagan sentido al interlocutor
y ser más efectivo en la escucha. Creo que este es un tremendo espacio de
oportunidades.
No hay comentarios:
Publicar un comentario