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miércoles, 21 de octubre de 2020

Opción B. Afrontar la adversidad, desarrollar la resiliencia y alcanzar la felicidad. Sheryl Sandberg y Adam Grant

 


Hace unos días pregunté en redes sociales por mujeres que escribieran sobre liderazgo y alguien me recomendó leer a Sheryl Sandberg. Encontré este trabajo donde escribe sobre resiliencia a partir de su propia experiencia de quedar viuda de manera inesperada. A partir de esta dolorosa experiencia se asocia con Adam Grant para investigar sobre la resiliencia y cómo recuperarse y reponerse de las adversidades.

La vida es misteriosa y así como ocurren acontecimientos que nos generan alegría también tenemos siempre la posibilidad de pérdidas: accidentes, enfermedad y muerte. Es parte de la vida.

Los acontecimientos dolorosos ocurren y los procesamos de diferentes maneras. Las personas resilientes, se recuperan más rápido “cuando se dan cuenta de que no son completamente responsables de los reveses, que no afectan a todos los aspectos de su vida y que no los van a perseguir siempre”. A partir de esta idea cita la trampa de los tres factores propuesta por Martin Seligman:

1 La personalización: la creencia de que es nuestra culpa.

2 la generalización: la creencia de que lo que ha ocurrido afectará a todas las áreas de nuestra vida.

3 la permanencia: la creencia de que las secuelas de lo ocurrido durarán siempre.

Aprender a manejar estas tres trampas es crítico para volverse más resiliente, “reconocer que los acontecimientos negativos no son personales, ni generales, ni permanentes disminuye las posibilidades de caer en una depresión y mejora la capacidad para superarlos”.

En su interesante trabajo sobre “El arte de no amargarse la vida” Rafael Santandreu expone que lo que nos hace ser felices o infelices no siempre tiene que ver con los acontecimientos mismos sino que con cómo los interpretamos. En este sentido aprender a interpretar que un acontecimiento solo es eso un acontecimiento y que muchas veces su ocurrencia no ha dependido de nosotros, ni nos afectará en todo ni para siempre, nos abre posibilidades enormes en la vida. Siempre recuerdo alguna conversación con mi amigo Marco Ortiz, el dolor y el placer tienen son físicos, en cambio la felicidad y el sufrimiento tienen que ver con nuestras interpretaciones.

Otra idea importante que plantea la autora es la importancia de aprender a conversar de las pérdidas. Para ello utiliza la metáfora del “elefante en la habitación”, situación en la cual es evidente que algo ocurre pero nos resulta incómodo hablar de aquello y, por lo tanto, preferimos evitar la situación de incomodidad. Esto pasa cuando ha ocurrido una muerte, un accidente, dificultades económicas, un divorcio, una violación, una adicción etc.

¿Cómo hablar de los elefantes en la habitación? Dice “hasta que no lo reconocemos, el elefante siempre estará presente, hablar con empatía y sinceridad es una buena forma de empezar a conversar. No podemos desterrar el elefante, pero podemos decir lo veo, sé que estás sufriendo y me preocupo por ti”.

Por supuesto que estas conversaciones se tornan difíciles por la culpa que cualquiera puede tener, por no saber exactamente qué decir, por temor a incomodar. Ya decía Stone en su libro “Negociación. Una orientación para conversaciones difíciles” que las conversaciones difíciles implican hablar de qué pasó, de los sentimientos que tenemos y de nuestra identidad. Por ello es preciso salir de la culpa y de las presunciones de buena o mala intención y atrevernos a decir lo que sentimos.

Construir resiliencia es algo que puede comenzar desde la niñez y dependerá de las oportunidades que tengan los niños y las relaciones que establezcan con padres, cuidadores, profesores y amigos. La autora propone que los niños desarrollen 4 convicciones fundamentales:

1 que tienen un cierto control sobre sus vidas.

2 que pueden aprender de los fracasos.

3 que ellos mismos importan en tanto que seres humanos.

4 que tienen verdaderos puntos fuertes en los que pueden confiar y que pueden compartir.

Me parece que cada uno de estos puntos es crucial y pueden resumirse en no sentirse víctimas de las circunstancias sino que seres activos que, por duro que puedan ser los acontecimientos, siempre se tiene la posibilidad de salir adelante, de aprovechar las oportunidades y conseguir recursos para avanzar.

Qué fácil resulta muchas veces echarle la culpa al sistema o tener una interpretación inmovilizante, de aquellas en que la persona tiene una súper buena explicación de sus dificultades pero no le sirve en absoluto para moverse o salir de ahí.

Me gustó mucho la sinceridad y honestidad con la que la autora escribe su libro y narra sus dolores y dificultades y cuan agradecida se encuentra de su familia y amigos que la acompañaron para salir adelante. Tal vez ahí también hay una pista importante para la resiliencia, acompañarnos en nuestros dolores y rescatar siempre que más allá de lo material las relaciones son lo importante, sobre todo esas relaciones próximas e incondicionales.