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viernes, 11 de enero de 2019

Eduardo Aguila - Marcelino Garay. Liderazgo creativo.



Me gustó el libro de Eduardo Aguila y Marcelino Garay. Exponen con claridad sus conceptos y se apoyan en una bibliografía clara y de muy buen nivel.

Ya es de perogrullo que el presente y el futuro no son lo que eran antes, dado los cambios tecnológicos, sociales, demográficos, culturales, etc. Incluso existe toda una industria dedicada a describir estos cambios y vivir de su profetización, algunos en clave oscura y otros en clave luminosa.

Aquellos que profetizan el cambio desde un lado oscuro, como los luditas en su época, se enfocan en la pérdida de trabajo, de diversidad, la dependencia tecnológica, el imperialismo cultural, la pobreza, la guerra, el cambio climático y otras más. Los que se enfocan en el cambio desde una perspectiva luminosa destacan la extensión de la expectativa de vida, el trabajo de mejor calidad, el aumento del nivel educativo, las mejorías en la salud y otras más, augurando un tecnoparaíso. Por supuesto que todo tiene claros y grises y los cambios que vivimos no son la excepción.

Creo que la gracia del trabajo de Aguilar y Garay es que comienzan señalando estos cambios y luego proponen una manera de mirarlos, apoyada en la innovación, la creatividad y el liderazgo, de manera que quienes trabajamos en o para organizaciones tengamos una manera de mirarlo y hacer algo con él, alcanzando protagonismo.

Lo más característico del cambio, según Aguila Garay es la incertidumbre. Dicen en la pág 21 de su libro “los entornos que enfrentan las diversas organizaciones son cada más dinámicos y sorprendentes. La predictibilidad es cada vez menor transformando en obsoletos los paradigmas y respuestas conocidos que hasta el momento habían resultado exitosos. Esta dinámica y sorpresa dejan perplejos a quienes dirigen las organizaciones, produciendo incertidumbre y ansiedad como antes no se había visto”.

Ya decía en su época Toffler como el mundo se aceleraba, todo se volvía transitorio, aumentaba la diversidad y la innovación. O, como señalaba Bauman, con su concepto de liquidez, donde se derrumba el trabajo duro, el compromiso de largo plazo, en definitiva la certidumbre. O, como propone Harari en su último libro, la importancia de navegar en un mundo donde contamos con tanta información y están ocurriendo tantas cosas y necesitamos claves para entenderlo y navegar en él.

Frente a la incertidumbre la respuesta de muchas empresas ha sido concentrarse en el corto plazo, transformando la búsqueda de eficiencia en la estrategia primordial que permita enfrentar los cambios, pensando que si van a haber cambios que no sabemos, “mejor nos pille con poco equipaje” como dicen los autores. Esta es una estrategia limitada que no aprovecha el potencial del cambio por lo que se requiere el desarrollo de una nueva capacidad organizacional que los autores llaman “capacidad organizacional competitiva”.

Creo que esto no es nuevo para nada, ya de hecho lo planteaba en su tiempo Peter Senge cuando proponía en “La Quinta Disciplina, la idea de la organización inteligente, abierta al aprendizaje. Tal vez la diferencia tenga que ver con qué es lo que hay que aprender, cuánto hay que aprender y la centralidad que el aprendizaje tiene en la vida organizacional de hoy. Mi opinión es que en muchas organizaciones, más allá de los esfuerzos que se realizan en términos de capacitación es que la reflexión sobre el aprendizaje es marginal. En la distinción de Covey, siendo muy importante y urgente, no se aborda hasta cuando ya suele ser tarde.

Según los autores la adaptabilidad organizacional es “la capacidad que tiene una organización para identificar, interpretar y desarrollar nuevas respuestas ante las diversas señales que su entorno le propone, buscando así sostener su eficacia en el largo plazo”. Este cambio de paradigma implica aprender a explorar y desarrollar nuevas capacidades y a explotar esas capacidades  para mejorar y/o modificar su propuesta de valor al entorno.

Estando de acuerdo con lo propuesto por los autores en términos que una organización tiene que estar atenta al entorno (explorar) y modificar sus capacidades (explotar) creo que se les olvidó una parte importante de la relación con el entorno y es la estrategia de “crear el entorno”, cambiando el mundo y llevando a otros a adaptarse al entorno creado por esta empresa.  Eso es lo que hacen empresas como Amazon, google, Apple y muchas otras. ¿Por qué no pensar también en esa estrategia, creando un entorno nuevo y obligando a las demás empresas a adaptarse a este nuevo entorno?

Luego de preguntarse por qué en Chile cuesta tanto el cambio se dedican a describir el entorno, usando una clasificación entre entorno simple, complicado, complejo y caótico, indicando las señales de peligro y las posibles respuestas a estas señales de peligro.

Entorno Simple: Se caracteriza por repetición de patrones y de eventos consistentes. Existen relaciones de causa efectos evidentes y existe una respuesta correcta. El principal peligro es la complacencia y comodidad, confiando demasiado en la mejor práctica cuando cambia el contexto. Por ello se recomienda desafiar la ortodoxia y reconocer el valor y las limitaciones de las mejores prácticas.

Entorno Complicado: Las relaciones causa y efecto pueden ser discernibles pero no inmediatamente evidentes. Hay más de una respuesta correcta posible. Los peligros pueden estar dados por la “parálisis por análisis” y confiar demasiado en los expertos, excluyendo la perspectiva de los no expertos. Las recomendaciones son alentar a los stakeholders internos a desafiar las opiniones de los expertos y usar experimentos para forzar el pensamiento diferente.

Entorno Complejo: No hay respuestas correctas, muchas ideas reclaman atención y se necesitan enfoques creativos e innovadores. La tentación es caer en modo mando y control deseando que la resolución de problemas y el aprovechamiento de oportunidades sean muy rápidos. Se requiere permitirse tiempo para reflexionar y alentar la interacción0 para hacer surgir patrones.

Entorno Caótico: Existe una alta turbulencia, no hay relación clara causa efecto, mucha tensión y presión por tomar decisiones rápidas. Se pueden perder oportunidades para la innovación. Se necesita establecer equipos paralelos para obtener ventajas de las oportunidades y esmerarse en hacer que el contexto pase de caótico a complejo.

Dicho todo lo anterior, además de caracterizar los distintos grupos etarios que forman parte de la organización y como estos se relacionan con los cambios se concentran en los tres drivers del cambio que llaman liderazgo creativo: innovación competitiva, creatividad para diferenciarse y liderazgo compartido.

Entienden el liderazgo como un “proceso de influencia que moviliza la adaptabilidad organizacional competitiva” (pág. 103), descomponiéndolo en tres distinciones:

1 Liderazgo para movilizar hacia un propósito: impulsar una estrategia proactiva basada en un propósito estratégico que oriente la exploración y explotación de las propuestas de valor de una organización.

2 Liderazgo como búsqueda de señales de cambio: propiciar un proceso de búsqueda sistemática de señales de cambio que pudiesen ser convertidas en oportunidades para la organización.

3 Liderazgo como impulsor de la adaptabilidad de la organización. Establecerse el liderazgo como un proceso compartido, en el que todo integrante de la organización pueda ejercer el liderazgo haciendo de la adaptación un proceso compartido en todas las partes de la organización.

A partir de estas reflexiones concluyen que el rol del líder como héroe hoy no es posible ya que dada la complejidad y caos es imposible que una sola persona pueda concentrar la capacidad de dirección y de toma de decisiones. En los modelos jerárquicos, propios de un entorno mucho más estable y predecible, esta era la tónica ya que el logro de resultados se aseguraba mejor con una dirección y control unificados.

Hoy se requiere un liderazgo compartido, donde se distinga el liderazgo como proceso de influencia de los rasgos de personalidad y de la posición de una persona en una organización, concibiéndolo como un rol que cualquier persona dentro de un equipo u organización pueda ejercer.

En el liderazgo compartido no hay una sola persona capaz de saber suficientemente sobre el entorno complejo y cambiante, la toma de decisiones jerárquica no es compatible con tiempos de respuestas a cambios y se requieren habilidades complementarias para la complejidad de las tareas actuales.

Completamente de acuerdo, cuando distinguimos jefatura de liderazgo, en el mundo organizacional, lo que ellos llaman líderes jerárquicos y líderes las diferencias son notorias. Muchas veces los “líderes jerárquicos” se quedan chicos ante los cambios que viven las organizaciones ya que no gozan ni de las competencias ni de la legitimidad que los líderes tienen.

Esta distinción que hace Aguila y Garay hay que profundizarla mucho más pues si bien los líderes brotan de manera espontánea en cualquier grupo humano, ello no necesariamente implica que en el espacio organizacional puedan hacerse cargo de tareas que están reservadas para jefes, supervisores o gerentes que han sido nombrados para tal función.

En otro post he expuesto que hay jefes que no son líderes, líderes que no son jefes y jefes – líderes. Es muy posible que estemos hablando de ese espacio, donde quienes ya han sido nombrados o designados formalmente tengan que incorporar nuevas competencias para hacer mejor el trabajo de adaptación al cambio organizacional.

Como decía al principio, un libro que me ha gustado mucho, lo he disfrutado y lo recomiendo completamente para todos quienes trabajan en o con organizaciones.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

Alvin Toffler, El Shock del Futuro: aceleración del cambio, transitoriedad, innovación, diversidad


Si en los años 60 nos hubiésemos detenido un rato a reflexionar acerca de donde se dirigía el mundo, al menos en cuanto a su desarrollo tecnológico y las consecuencias sociales de aquello, debiéramos haber mirado un conjunto de señales que indicaban este camino. Estas son las señales que se puso a mirar Alvin Toffler y que dieron lugar a su libro “el shock del futuro”. (Aquí versión electrónica).

Me enteré hace poco en El Mostrador que Toffler había muerto, el 27 de junio, con 88 años y releí el libro en un viaje que hice a Costa Rica. Lo leí por primera vez cuando estaba en la Universidad en los años 90 y, tal como pasa muchas veces, no tuve mucha idea en aquel tiempo sobre lo que decía y las implicancias que ello podría tener, para las personas y la sociedad.

El libro fue escrito el año 1970 y Toffler argumenta, basado en su conocimiento de la sociedad norteamericana y europea, que se está llevando a cabo un proceso de cambio gigantesco, pasando de una sociedad industrial a una sociedad superindustrial, lo que conlleva enormes consecuencias personales, sociológicas y psicológicas. Su tesis central es que esto produce un shock, “la desastrosa tensión y desorientación que provocamos en los individuos al obligarles a un cambio excesivo en un lapso de tiempo demasiado corto”.

Tal vez hoy nos podría parecer exagerada esta tesis, cuando nos vemos inmersos en procesos de cambio mucho más continuos y cotidianos, con un nivel de aceleración y sobrecarga de información. Dice Santiago Blinkis en su libro, “Pasaje al futuro”, “lo curioso es que Toffler acuño el concepto en un artículo escrito en 1965. En ese momento vivía en el planeta menos de la mitad de la gente de hoy, una fracción pequeña de la población mundial tenia televisión y teléfono fijo y obviamente no existía ni la telefonía celular ni internet. Cuesta pensar hoy que sería lo que generaba “shock del futuro” en ese mundo que ahora se nos presenta como sumamente lento”. Ha pasado mucha agua bajo el puente, sin duda. Si este cambio hubiese sido de un día para otro probablemente lo hubiéramos resentido mucho más, pero como ha sido paulatino, en muchos casos ni cuenta nos hemos dado.

Procesos de cambio intenso y repentino han existido en la historia de la humanidad, basta pensar en lo que sucedió al caer el imperio romano de occidente y emerger el cristianismo o el paso de la sociedad feudal a la sociedad moderna o la emergencia de la revolución industrial, o sin ir más lejos la llegada de los europeos a América con Colón. Lo extraordinario del fenómeno del cambio al que alude Toffler tiene que ver con el cambio tecnológico, su aceleración y con la relación tecnología – conocimiento, además de la velocidad de su difusión.

¿Cuál es la naturaleza de este cambio acelerado?, la relación entre tecnología y conocimiento. La tecnología es una de las fuerzas más importantes que promueven la aceleración, las nuevas ideas se ponen en práctica más rápido que en tiempos pasados, se reduce el tiempo entre concepción y empleo práctico. “El conocimiento es poder, pero también es cambio, y la adquisición acelerada de conocimientos, que alimenta al gran motor de la tecnología, implica la aceleración del cambio”.
El libro se dedica a explorar tres consecuencias del cambio: transitoriedad, novedad y diversidad. Luego dedica algunos capítulos a hablar de los “límites de la adaptabilidad”.
a)      Transitoriedad:
Al acelerarse el ritmo general de cambio en una sociedad se cambia a la economía de permanencia por la economía de transitoriedad. Toffler predice una cultura de “use y tire”, usar los productos una sola vez, establecer relaciones breves con las cosas. En el pasado la permanencia era el ideal, se construían cosas para que durasen (ciudades, edificios, objetos, relaciones). Hoy en día se trabaja para que las cosas no duren.

Ello se debe a la tecnología progresiva que tiende a rebajar el costo de fabricación mucho más rápido que el de reparación; a que es más barato sustituir que reparar, a que los avances tecnológicos permiten mejorar los objetos con el paso del tiempo; a que resulta económicamente lógico construir para un plazo más breve que para uno más largo y finalmente,  al acelerarse el cambio, surge la incertidumbre acerca de las necesidades futuras; y se vacila en gastar grandes sumas en objetos destinados a cumplir objetivos inmutables.

Esta transitoriedad también se ve reflejada en los lazos del hombre con las cosas y las relaciones, de ahí la popularización de arrendar vez de comprar, de relaciones laborales de menor duración y, en general del menor compromiso en todo. Dice Toffler “Contraemos relaciones de interés limitado con la mayoría de las personas que nos rodean, Consciente o inconscientemente, definimos en términos funcionales nuestras relaciones con la mayoría de la gente”. El efecto de este tipo de relaciones es la falta de compromiso de largo plazo, idea que desarrolla extensamente Richard Sennett en su libro “La cultura del nuevo capitalismo

Me parece especialmente interesante, estamos hablando de los años 70, cuando Toffler escribe su libro, como hace una derivación interesante hacia el mundo organizacional. A su juicio entrará en crisis el modelo jerárquico y burocrático tradicional, donde habrá mayor comunicación horizontal, más especialistas, tareas rutinarias en manos de máquinas, transitoriedad, movilidad laboral, reorganizaciones continuas, generación y extinción de grupos de trabajo temporales, mayor lealtad a la profesión o a la carrera que a una organización en particular. Esto se plasmará en un modelo de organización flexible, que en muchas formas vemos en la actualidad.

b)     Novedad:
Con este concepto Toffler se refiere a como el cambio tecnológico introducirá innovación continuamente. Dice “el hombre no ha vivido nunca en un medio atestado de novedades. El ritmo acelerado de la vida es una cosa, cuando las situaciones son más o menos conocidas, pero cuando las situaciones son desconocidas, extrañas y sin precedentes la cosa cambia completamente. Al dar rienda suelta a la novedad, lanzamos al hombre contra lo no rutinario, contra lo imprevisto”, todo un desafío de adaptación.

Luego se lanza a hablar de la innovación, dando un conjunto de ejemplos: Minería oceánica, control del clima, comunicación con animales, ingeniería genética con otros organismos, clonación, ciborgs, trasplantes, marcapasos, fábricas de experiencias y psicologización de la economía, industrias de experiencia, ambientes simulados.

Uno de los puntos en que se detiene Toffler es acerca del cambio familiar, donde también advierte de algunas innovaciones: predeterminar el sexo de los hijos, programar inteligencia, embriones injertados, niños cultivados in vitro, compra de embriones, familias reducidas, familias comunitarias, papás homosexuales, matrimonio temporal, etc.

Al mirar todas estas ideas de Toffler parece que se queda corto en muchas de las proyecciones que realiza. Lo interesante es como el mismo concepto de innovación se ha transformado en algo, al menos en el terreno tecnológico en algo por si solo valioso, deseable, algo que las empresas valoran y quieren estimular.

c)      Diversidad:
La gente del futuro no padecerá de falta de opciones, sino una superabundancia de las mismas, es decir, un exceso de opciones. Los productos del futuro podrán ser muchas cosas, menos estandarizados. Esta diversidad tendrá, señala Toffler, correlatos en el campo social, con una diversificación de subcultos y de valores, generando mucha fragmentación social.

Dada esta gran dificultad de elegir, por exceso de opciones, lo que se tendrá serán “estilos de vida”, estrategia elegida para combatir el exceso de opción, con ello las personas  nos ahorramos el tomar decisiones a cada paso, siguiendo al estilo elegido (va desde la ropa, el comportamiento, etc). Sobre este tema particular y su relación con la construcción de identidad se podría realizar una poderosa reflexión, la que creo que Toffler deja pendiente.

Al concluir el libro el autor explora algunos “límites de la adaptabilidad”, explorando la relación entre shock del futuro y estés. Aquí creo que definitivamente la realidad ha superado cualquier predicción. Los seres humanos hemos aprendido a adaptarnos a este cambio tecnológico y social de manera positiva. Si hubiese sido un cambio abrupto probablemente habría sido otra la historia, pero al ser un cambio continuo las personas se han adaptado  y aprendido. Esto destaca el papel del aprendizaje en el ser humano.

Si bien muchas relaciones se han vuelto más superficiales y transitorias, no es menos cierto que seguimos valorando las relaciones humanas profundas y perdurables con la familia y con los amigos, las que han mutado acorde a los tiempos pero mantienen alguna permanencia valiosa.

En otras relaciones prima cada vez más una actitud horizontal, en las relaciones entre colegas, entre profesores y alumnos, entre padres e hijos y, al interior de la organización, en las relaciones jefe – colaborador. De hecho en el mundo organizacional antes se hablaba de subordinados y hoy esa palabra casi no tiene cabida en las instituciones y empresas.

Donde sin duda el cambio ha sido notorio es en el mundo organizacional, donde efectivamente la innovación, diversidad y transitoriedad es el “signo de los tiempos”. Muchas personas siguen soñando de manera idealista con una organización que ya no existe, con empleos para toda la vida, con roles estables, con reglas claras. Y eso es algo que ha cambiado definitivamente sin vuelta atrás. Por ello el desafío será nuevamente aprender a hacerse responsable por la propia carrera laboral, dentro o fuera de una organización, con educación permanente que agregue valor y creatividad e innovación para ofrecerle al mundo algo valioso. Esto tiene costos y oportunidades, el mayor costo es la angustia frente al futuro que sufre mucha gente, la mayor oportunidad es el emprendimiento y la adaptabilidad responsable.

La vida es misteriosa. Hace unos días atrás viaje a Antofagasta y llevé el libro de Santiago Blinkis, “pasaje al futuro” a mi viaje. Este autor comienza donde quedó Toffler, hablando de lo que ahora si viene para el futuro. Tal vez en 40 años más hablaremos de que tal estuvieron estas predicciones, en que se quedó corto y que ha sucedido en el futuro cuando sea presente.

martes, 1 de marzo de 2016

Tiempos de cambio y transiciones. Mirando a través de los ojos de nuestros hijos.

Hoy que escribo este post es 29 de febrero, día bisiesto gracias al calendario gregoriano inventado por el Papa Gregorio el año 1582 según Wikipedia. Hoy mi hija inició su cuarto medio en el colegio y los papás realizamos un desayuno para darles la bienvenida y desearles mucho éxito en su último primer día de colegio.

Se trata de adolescentes que inician su último año de colegio y miran el futuro con entusiasmo, llenos de posibilidades. La mayor parte de ellos irá a la Universidad seguramente y les tocará aprender una profesión y vivir en otra época bien distinta de la nuestra a su misma edad. Son jóvenes de clase media, hijos de profesionales la mayor parte de ellos y miran el mundo con mayor comodidad económica, aunque sin dejar de tener sus propias incertidumbres y angustias, propias de la edad y de los tiempos que vivimos.

Me fijé hace un tiempo atrás que muchos colegios ya no realizan graduación de octavo básico e interpreté que ello tiene relación con que lograr ese nivel educacional no tiene gran valor, al menos no el que tenía antiguamente. Ni siquiera alcanzar cuarto medio parece tenerlo mucho, pues en un mundo en que la educación se ha masificado y la oferta ha aumentado, el valor se ha corrido hacia el logro de una carrera de pregrado y, en muchos casos, hacia una especialización posterior.

Me senté con un grupo de papás y conversábamos de lo mucho que ha cambiado el mundo en estos años. Todos entre cuarenta y cincuenta años. Recordábamos nuestros propios años de colegio y, a raíz de esto, la conversación abarcó el cambio de los roles de género, el cambio en las profesiones, el cambio en la educación y varios otros. No sé si lo que comentamos tiene validez universal o sólo es un tema para individuos occidentales o latinoamericanos o sólo para nuestro país, o es un tema de cuarentones profesionales. Sin embargo creo que en algunos temas, puede tener valor amplio, en relación a lo que sucede en el mundo.

Esto me hace recordar también una conversación que tenía con un cliente el otro día, de cómo en Chile para entrar a un casino de juegos había que ir vestido con chaqueta y corbata o como, más añoso aún, para ser cliente de un banco había que ser presentado por un cliente más antiguo. ¡Como han cambiado los tiempos!

Vuelvo a la conversación con los papás del colegio de mi hija, partimos por los cambios en los roles de género. Nos reíamos con cómo han cambiado las obligaciones de hombres y mujeres. En Chile la ley del sufragio universal femenino es del año 1934 y seguramente desde esa época hasta la actualidad muchas cosas han cambiado o se han acentuado, como la incorporación masiva de las mujeres al mundo del trabajo, el aporte del hombre a las tareas domésticas y en general la mayor igualdad hombres – mujeres en los diferentes dominios vitales. En mi caso, me ha tocado mudar a todos mis hijos, mi padre seguramente debe haberlo hecho un poco a regañadientes, a mis abuelos hombres no se les debe haber ni ocurrido considerar dicha posibilidad y de ahí para atrás, menos aún.

Llevamos pocas generaciones con estos cambios y aún quedan muchos espacios de transformación en nuestros roles de género. Recuerdo el libro porque la mujeres no entienden los mapas y los hombres no escuchan, donde unos antropólogos se ríen de nuestras diferencias masculinas – femeninas, las que según ellos vienen desde épocas prehistóricas y que configuran nuestros cerebros y como en pocas generaciones las estamos desafiando, con no pocas dificultades.

Seguimos con los cambios en las profesiones, la actividad laboral y la educación. Desde unos modelos rígidos, con límites preestablecidos y muy estrictos, que nadie se atrevía a pasar, nos hemos ido moviendo a profesiones mucho más flexibles, que toman de otros campos y los integran de un modo dinámico. Pienso además como la formación continua, la especialización constante se ha vuelto casi una obligación, de modo que quien no se perfecciona se queda en la obsolescencia, llevando a cabo profesiones que ya no existen. Pensando en el mundo de la educación, donde los profesores sabían y los alumnos eran ignorantes, como nos hemos ido moviendo, gracias a las tecnologías de la información, a espacios donde muchas veces los alumnos saben más que los profesores y estos más que “saber de un campo”, son especialistas en facilitación, en creación de mapas o en otras cosas parecidas.

Puedo agregar el cambio demográfico. Ha aumentado la expectativa de vida significativamente. Leía el otro día a Eduardo Punset, quien señala en su libro Viaje al optimismo, como en los últimos años hemos agregado algo así como 2,5 años de expectativa de vida por cada década, al menos en occidente. Esta prolongación de la vida suele ser en general con un buen nivel de calidad vital, lo que nos impone nuevos y grandes desafíos a quienes aún tenemos mucho por vivir y seguir aportando. Nuestros hijos seguramente serán beneficiarios de este cambio. Además de lo anterior, la migración interna en los países o la migración entre distintas zonas geográficas o países, además de introducir tensiones, genera “polinización” cultural, con nuevas experiencias y cambios culturales, algunos enriquecedores y otros difíciles de enfrentar con nuestras estrechas concepciones de mundo. En esta misma línea, como se han transformado las familias, con “ensambles” del tipo los tuyos, los míos y los nuestros.

Podría seguir largo rato con estas argumentaciones. Me gusta en particular el trabajo que hace Manuel Castells al respecto. También me gustan las reflexiones originales de Tofler en La Tercera Ola o el Schok del futuro. En particular muchos de estos trabajos reflexionan sobre el cambio tecnológico, de enorme impacto, el que por sí solo da para otro post.

Seguramente estos procesos de cambio han ocurrido en toda la historia de la humanidad, de hecho me imagino la transición del mundo de la recolección al mundo agrícola o la transición entre el imperio romano y el mundo medieval y tantos otros que nos ha tocado vivir como humanidad. Y en todos ellos, debe haberle ocurrido a muchos padres sentir preocupación por el mundo que vivirán sus hijos. Algunos, de hecho, deben haber pensado que “todo tiempo pasado fue mejor”, al evaluar el cambio como algo negativo. Creo que tenemos que acostumbrarnos a esto, lo que, como algunos autores señalan no hará más que acelerarse en el futuro, lo que nos generará desafíos y dificultades. Al respecto creo que es interesante el trabajo de Zygmunt Bauman, quien con el concepto de modernidad líquida expresa las características que tiene este nuevo mundo. También creo interesante el trabajo de Richard Sennett sobre el nuevo capitalismo, relacionando capitalismo y cambios.

Todo esto me lleva a pensar en que tendremos nuevas competencias que desarrollar, habilidades que no se desarrollan en la educación escolar ni siquiera en la universitaria. Me parece que la gestión de la incertidumbre, la flexibilidad y el aprendizaje serán fundamentales para moverse con mayor fluidez. Todas estas cualidades, habilidades o competencias serán críticas en el mundo del trabajo y no se refieren tanto a habilidades técnicas específicas como a habilidades más genéricas. En particular el aprendizaje será fundamental, el que implicará aprendizaje “técnico” también, asociado a la creatividad, innovación y uso de nuevas tecnologías permanentemente. En cuanto a la gestión de la incertidumbre y flexibilidad son destrezas que se conectan con un mejor manejo emocional, en particular de la angustia que le provoca a muchas personas este nuevo contexto.

Creo a partir de lo dicho anteriormente que no es trivial que haya aumentado la demanda y popularidad de disciplinas que de algún modo u otro facilitan el cambio a nivel personal u organizacional como el coaching. Asumiendo que hay mucha “tela que cortar” y que anda mucho charlatán suelto, que busca lucrar con la angustia de otros, se trata de disciplinas que se orientan a mirar el cambio como algo positivo, a tener mayor fluidez emocional, a mirar el aprendizaje como algo enriquecedor y en general a desarrollar nuevos recursos personales y organizacionales.

Mi hija pensaría que sólo fui a tomar desayuno y tener conversaciones de viejos, vaya que mañana más productiva, sintiendo como Parménides y Heráclito nos visitaban en esta ciudad nortina de Chile. Saludos desde La Serena.