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jueves, 15 de octubre de 2015

Elena Espinal. Diseño de futuro

Definitivamente no es lo mismo leer un libro que participar de un entrenamiento, por muy bueno que sea el libro. Gracias a Ricardo Casas Cordero y su consultora “asiendo” (ver www.asiendo.cl) acabo de terminar el curso “diseño de futuro” con Elena Espinal quien integra los trabajos de Kets de Vries (ver libro de Peter Senge, “La Quinta disciplina”) Arie de Geus (ver libro “La empresa viviente”), Nissim Nicolas Taleb (ver libro “El cisne negro”) y otros autores para proponer una metodología de trabajo, basada en la construcción de escenarios y he quedado muy contento con los aprendizajes realizados y la expansión de posibilidades que visualizo.

Elena es una gran coach, de hecho he sido su alumno varias veces y no dejo de sorprenderme por su nivel de conocimientos, por la profundidad de sus reflexiones y por su “postura”, “talante”, “actitud”, no sé muy bien como llamarla, de “mujer sabia”. Cada vez que la escucho descubro algo nuevo y me conecto con nuevas intuiciones sobre la práctica del coaching.

Comienza el curso diciendo que la mayor parte de las personas maneja el futuro como una fecha en el calendario y, mirarlo de ese modo, hace ver el futuro como una secuencia de acontecimientos que no garantiza ningún futuro. Propone mirar el futuro como una “construcción”, como la “definición de un espacio” que sintetiza una dimensión de aspiración, de un lugar donde nos proponemos estar, para a partir de ello, desplegar acciones que nos proyecten en el tiempo. En este sentido, el futuro tiene que ver con las “declaraciones”, con aquello que digo y que al decirlo cambia el espacio de posibilidades en las que me desenvuelvo.

Insiste mucho en que el futuro no es una cuestión de calendario, sino que de visión, por lo que el futuro se encuentra en el punto hasta donde llega nuestra mirada. En algunos casos, una mirada pequeña, en otros casos una gran mirada. Por eso que para algunos hablar de futuro puede ser la otra semana y para otros puede ser 50 años.

Es interesante también señalar que destaca que el presente que vivimos hoy, en algún minuto fue el futuro, que las decisiones del ayer han tenido impacto en el hoy y que las decisiones del hoy tendrán impacto en el futuro, aunque aquello nos cueste visualizarlo o identificarlo. Esto me pareció especialmente valioso, ya que la actitud de protagonismo es hacerse cargo del futuro que hemos creado y la actitud de víctima es desconocer la relación entre aquello que obtenemos y lo que hemos hecho para lograrlo.

Para ello, Elena desarrolla una metodología que comienza mirando las tendencias más importantes en los ámbitos económico, tecnológico, demográfico, ambiental y político, pensando en un horizonte de tiempo, de diez – veinte años. El hecho de hacer esta mirada permite que comencemos a salir del terreno conocido y mirar hacia adelante en vez de mirar hacia el pasado. Al comenzar a realizar este ejercicio empezamos a descubrir que hay un gran espacio del “no saber”, espacio que nos puede generar miedo o angustia a la vez que grandes oportunidades. Es interesante este no saber, pues en algunos casos puede ser lo que “no sé qué se” y en otros casos puede ser aquello que “no sé qué no se” y en ambos casos traigo importante información al ruedo.

A diferencia de los “futurólogos” que intentan predecir que hechos van a ocurrir en el futuro, mirar las grandes tendencias nos hace reflexionar en los muchos futuros posibles que podemos construir por medio de las acciones que realizamos, dado que no hay un solo futuro, sino que muchos futuros de acuerdo a las opciones que elijamos hoy día.

A partir de lo anterior la metodología sigue un conjunto de pasos que culmina en la construcción de matrices y escenarios en los que se busca “expandir” los paradigmas de los participantes, de modo de ver otras opciones, inventar otras alternativas, considerar otras posibilidades. Esto me resultó particularmente agotador, ya que parece que la tendencia es volver una y otra vez al espacio de lo conocido, al paradigma habitual en que nos desenvolvemos.

De especial valor resulta partir de afuera hacia adentro en el análisis de escenarios ya que así se disminuye algo tan tradicional como “mirarse el ombligo” y hace más de lo mismo. También resulta valioso trabajar de manera colaborativa con un equipo de trabajo, ya que sólo con las conversaciones con otros aparecen otras miradas, otras opciones y otras perspectivas. Además al aparecer el cansancio, el agotamiento y hasta el aburrimiento el equipo da soporte emocional para persistir y “estirar” los paradigmas hasta que aparecen las nuevas ideas y miradas.

Me voy con varias lecturas por realizar, por varios escenarios que considerar en mi trabajo como consultor, con una metodología que voy a comenzar a poner en práctica y con tres días de aprendizaje valioso y entretenido.