Un enfoque bien interesante de la
comunicación efectiva es el que describe el autor en este libro. Para mí tiene
algunas reminiscencias a dos libros que he comentado antes en este blog. Uno de
ellos es el libro de Douglas Stone sobre “conversaciones difíciles” y el otro de Enrique
Sacanell “El Arte de las
conversaciones difíciles”
Para Charles Duhigg, una de las
acciones más importantes que realizamos es comunicarnos y por supuesto muchas
veces cometemos errores comunicativos, dice “todos hemos cometido errores, a
veces, al escuchar a nuestros amigos y colegas, al valorar lo que intentan
decirnos, al prestar atención a lo que están diciendo. Y todos hemos cometido
errores al hablar para que se nos entienda”. Por eso su libro es un intento de
explicar por qué fracasa la comunicación y qué podemos hacer para mejorarla,
para llegar a ser “supercomunicadores” o personas que se caracterizan por sus
excelentes habilidades de comunicación.
Para el autor existen tres
conversaciones distintas y cada conversación tiene su propia lógica y requiere
un conjunto de habilidades características, por lo que, para comunicarse bien
es necesario detectar qué tipo de conversación se está produciendo y participar
adecuadamente de dicha conversación.
¿De dónde surgen entonces los
errores comunicativos? de no mantener el mismo tipo de conversación que nuestro
interlocutor, al mismo tiempo y, por lo tanto, no conectar el uno con el otro.
¿Cuáles son las tres
conversaciones que podemos tener? En los capítulos del libro Duhigg desarrolla
in extenso estas tres conversaciones, señalando para cada una en qué consiste y
dando recomendaciones para llevarla de manera efectiva. Dice el autor que las
tres conversaciones quedan plasmadas en tres preguntas: ¿de qué va esto
realmente?, ¿cómo nos sentimos? y ¿quiénes somos?
Conversación 1: ¿De qué
va esto realmente?
Esta conversación está activa
cuando pensamos en cuestiones prácticas, como tomar decisiones o analizar
planes. Esta conversación es esencial para pensar en el futuro, negociar
opciones, debatir conceptos intelectuales y decidir de qué queremos hablar, nuestros
objetivos para esta conversación y cómo deberíamos mantenerla.
Para tener clara esta
conversación es necesario tener claro que esta conversación es una
“negociación”, luego es necesario “tener claro que quieren las personas” y,
finalmente, aclarar “cómo tomaremos esta decisión juntos”.
En los modelos ontológicos
llamaría a esta una conversación de coordinación, donde nos ponemos de acuerdo
en las acciones que realizaremos, cuándo las haremos, quien quedará a cargo y
con qué características se llevarán a cabo para que la necesidad inicial se
satisfaga.
Conversación 2: ¿Cómo nos
sentimos?
Esta conversación se activa
cuando contamos una historia divertida o discutimos o experimentamos un subidón
de orgullo o pena durante una conversación. También aparece cuando alguien se
queja del jefe y sentimos que nos pide empatía en lugar de consejo.
En las conversaciones emocionales
aparecen elementos importantes que no aparecen en la conversación anterior,
como la vulnerabilidad, el contagio emocional o la conexión, que se produce
cuando se formulan preguntas profundas. Por eso, si uno quiere aproximarse a
esta conversación tiene que preguntar por los sentimientos y compartir los
propios.
Creo que esta conversación tiene
gran relación con la escucha, sobre todo con la escucha profunda, con el estar
presentes a los sentimientos de otra persona, con respeto, con consideración,
con pocos juicios (si es que ello es posible).
Conversación 3: ¿Quiénes
somos?
Surge cuando hablamos de nuestras
relaciones, de cómo nos ven los demás y nos vemos a nosotros mismos, y
demuestra identidad social. También surge cuando “cotilleamos” acerca de la política
de la oficina o descubrimos conocidos comunes o explicamos como influye nuestra
religión u origen familiar, o cualquier otra identidad.
Esta conversación tiene que ver
con los juicios que tenemos acerca de quienes somos en términos políticos,
religiosos, de nacionalidad, de valores, de ideas respecto a la sexualidad, a
la raza, a lo que sea. Y, por supuesto que, si se trata de algo profundo, el
hecho de conversar con alguien distinto, con otra identidad, puede ser fuente
de conflicto, si no se maneja bien, desde el respeto. Una conversación de
identidad puede ser una conversación difícil si se enfrenta desde “lo mío es
mejor que lo tuyo” o “lo mío es más verdadero que lo tuyo", ya que
conversar desde esos paradigmas sólo instala validarse negando al otro.
La mala comunicación se produce
cuando la gente produce distintos tipos de conversación, yo hablo en términos
prácticos, tú hablas en términos emocionales, luego, estamos usando distintos
lenguajes, estamos superponiendo conversaciones.
¿Qué es un supercomunicador? Una
persona que sabe cómo evocar la sincronización alentando a la gente a encajar
cómo se comunican. Son personas que saben cómo “encajar”, reconocer qué tipo de
conversación se está produciendo y luego encajar con el otro, basado en la
conexión y el alineamiento. El autor resume así la idea: “si alguien parece
emocionado, permítete emocionarte también. Si está decidido a tomar decisiones,
encaja con esa determinación. Si está preocupado por implicaciones sociales, devuélvele
el reflejo de su fijación”
Me pareció un buen libro, cuyas
ideas se pueden usar para realizar un buen entrenamiento o capacitación en
comunicación efectiva, ya me imagino realizando ejercicios de cada una de las
tres conversaciones y practicando y practicando.
La distinción entre las tres
conversaciones es útil y puede llevar a clarificar donde nos podemos perder. Aunque,
por otro lado, no existe una conversación pura, en una misma conversación se
pueden “mezclar” las tres conversaciones en distintos tiempos por lo que la
distinción entre tres conversaciones puede ser más pedagógica que práctica,
pero, aunque así sea es útil.
Una idea que se deriva de la
anterior y de la cual he hablado muchas veces en este blog, es la importancia
de las conversaciones, de cuán involucrados estamos constantemente en
conversaciones y ello incluye dedicar tiempo a escuchar, ya que conversar no es
sólo hablar. Por eso echo de menos en el libro de Duhigg más profundidad sobre
esta parte del conversar, la escucha.
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