Es curioso como la carrera
profesional se va desarrollando en una mezcla de intenciones y oportunidades por
un derrotero imposible de anticipar. Cuando estudiaba psicología en la
Universidad de Chile, jamás se me ocurrió pensar que iba a desenvolverme como
psicólogo laboral, entre otras cosas, porque no tuve profesores inspiradores en
ese ámbito, porque no conocía el campo y, porque, al igual que muchos
estudiantes de psicología, asociaba el área al lucro y no a la preocupación por
las personas.
Ahora, luego de 20 años de
carrera, estoy convencido que los psicólogos laborales podemos hacer mucho para
lograr que las organizaciones sean más efectivas, tanto en el dominio de los
resultados como en el dominio del clima organizacional y las relaciones
humanas.
Y, en este sentido creo que el
concepto más amplio que hay que utilizar es el de organización más que empresa,
siendo el primero más genérico al incluir instituciones del estado,
instituciones universitarias, instituciones sin fines de lucro y empresas con
fines de lucro. Por eso mismo, tal vez, debiéramos hablar de psicólogos
organizacionales más que psicólogos laborales.
He visto que las organizaciones
nos demandan frecuentemente que las ayudemos a construir climas de trabajo más
positivos, solicitud que surge de líderes innovadores y entusiastas que quieren
organizaciones distintas a la tradicional jerárquica autoritaria o surge
precisamente de situaciones en que el clima es negativo, con exceso de conflicto,
malas relaciones humanas, falta de compromiso y desgaste personal.
Y, tengo la impresión que muchas
de las intervenciones que se hacen en este dominio no sirven para el objetivo
de mejorar el clima, se basan en un mal sentido común, son hechas por personas
bien intencionadas pero sin una comprensión profunda ni del funcionamiento
organizacional ni del dominio del clima. Y, lo que suele ser más grave, no
tienen en consideración una mirada sistémica de la organización, en sus
aspectos políticos, estratégicos, estructurales o culturales.
Nuestra concepción del clima
organizacional, dominante en los consultores del área, puede ser descrita como
sigue:
(1)
Se interpreta el clima organizacional como la opinión subjetiva que tienen
quienes trabajan en una organización. Como esta opinión es individual, buscan
hacer una sumatoria de estas opiniones para construir la opinión colectiva.
Para ello se usan promedios u otra consideración estadística.
(2)
Se basa en tests o instrumentos cuantitativos, buscando un determinado número o
índice, sobre el cual se interpreta si el clima es positivo, negativo o
neutral.
(3)
Asume que las personas que contestan dicen la verdad en sus respuestas y
no las manipulan por una intencionalidad
política o por alguna interferencia de orden emocional.
(4)
Como los instrumentos se aplican una vez al año o una periodicidad mayor, se
asume la estabilidad del clima en el tiempo y no hay indicadores intermedios
para poder decir si una intervención ha sido útil o si han ocurrido cambios
climáticos significativos. Además suele ocurrir que por un afán de mejorar los
números se “tira toda la carne a la parrilla” previo a la medición, centrado en
obtener el mejor número posible.
(5)
Se enfoca en dimensiones. Cada test tiene diferentes dimensiones, que
representan partes del clima. Estas dimensiones se suelen ordenar desde la que
tiene una opinión más positiva hasta la que tiene una opinión más negativa y de
esa forma se priorizan las intervenciones. Las dimensiones más consideradas
suelen ser comunicación, identidad, liderazgo, infraestructura, reconocimiento,
etc.
(6)
A partir de esto las intervenciones suelen enfocarse en las dimensiones, sin
una visión integrativa y sistémica respecto de cómo se comporta el clima en su
globalidad.
A mi entender, esta
interpretación del fenómeno del clima organizacional, centrada en una mirada
numérica, dimensional, apolítica, no es la más útil, ya que no se hace cargo
del núcleo del fenómeno, que es de naturaleza emocional, centrado en cómo las
personas se sienten, entusiasmadas o resignadas, si se respira miedo o alegría,
si sienten que la exigencia es desmedida, si hay contradicciones flagrantes
entre discurso y acción, etc.
Lo anterior no lo reflejan los
tests de clima organizacional. Incluso, puede suceder que los tests de clima
organizacional digan lo contrario, que el clima está bien, con buena nota, ya
que las personas los contestan de manera positiva precisamente por miedo a las
consecuencias negativas que puede tener contestarlos con sinceridad.
Esto me recuerda una conversación
que tuve con un ejecutivo de cuentas de un banco, cuya empresa participaba
todos los años en la medición “great place to work” y el Agente de la sucursal
se encargaba de vigilar que contestaran positivamente ya que el marketing del
banco se basaba en cuan buen lugar para trabajar era la empresa, lo que en
confianza no era nada de cierto.
Y a partir de una mala
interpretación del clima organizacional, se realizan muchas intervenciones
pirotécnicas que no sirven para nada, que a lo más tienen un efecto temporal
sobre el clima organizacional pero que no generan cambios profundos ni
mantenidos en el tiempo.
Yo las llamo pirotécnicas porque
son efectistas, hacen ruido, son visibles, pero no generan efectos profundos ni
permanentes en cuanto a cambiar los estados de ánimo predominantes de los
miembros de la organización.
¿Por qué no sirven?, porque no se
hacen cargo de los sentimientos de falta de equidad, de abuso de poder, de
falta de credibilidad de los líderes debido a dobles discursos o de
incompetencia en cuanto a cumplir compromisos con impecabilidad.
Yo clasifico en esta categoría a
las “pagadas de piso”, los “cara a cara”, las “charlas motivacionales”, los
“cursos de capacitación sobre clima”, los “asados con el jefe” y otras actividades
parecidas.
He hablado en otros lados de esas
actividades. (http://lastreto.blogspot.com/2011/10/algunas-reflexiones-sobre-clima-laboral.html).
Todas ellas dan un sentimiento equivocado a la organización ya que “tenemos un
encargado de clima”, “realizamos acciones respecto del clima” sin cambiar aspectos
de fondo que dan cuenta de los estados de ánimo negativos instalados en el
conjunto de la organización.
Aquí creo que los psicólogos
laborales y consultores en DO tenemos un trabajo importante y fundamental que
hacer, ya que suele ocurrir que los clientes llegan a nosotros pidiéndonos que
“hagamos algo” difuso para mejorar el clima. En esos casos, nuestras intervenciones
tienen que apuntar a cambiar los temas de fondo: mejorar las relaciones
laborales, introducir mejores conversaciones, desarrollar la confianza,
estimular la impecabilidad.
También puede ocurrir que los
clientes lleguen pidiendo acciones concretas, “haga un curso” o “haga un taller
para que la gente se diga las cosas”. En esos casos nuestra misión es reformular
las peticiones, para que más que hacer un curso o hacer un taller, insistamos
en cambios de prácticas de los líderes y de todos quienes trabajan en la organización.
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