Estos días de “cuarentena” casi obligada
he leído mucho, más de lo que leo habitualmente. Acabo de terminar la lectura
de este bonito libro de Simón Sinek y me gustaría comentar algunas ideas que
expone en su trabajo. He hablado de Sinek con
anterioridad en este blog.
Se basa en una distinción de James
Carse, quien propone la distinción entre juegos finitos y juegos infinitos.
Dice Sinek que existe un juego cuando hay dos jugadores como mínimo y hay dos
tipos de juegos: finitos e infinitos.
Los juegos
finitos son jugados por jugadores conocidos, tienen reglas fijas y hay un
objetivo acordado, que cuando se logra, pone fin al juego. En los juegos
finitos siempre hay un principio, una media parte y un fin.
En cambio los juegos infinitos son jugados por jugadores conocidos y
desconocidos, no hay reglas exactas o acordadas, puede que haya ciertas
convenciones o reglas adoptadas que rijan el comportamiento pero dentro de unos
márgenes los jugadores pueden actuar como quieran, incluso por romper las
convenciones si pueden hacerlo. Tienen horizontes temporales infinitos y como
no hay un fin práctico del juego, no se puede ganar, por lo que su objetivo
principal es seguir jugando, perpetuar el juego.
Desde el punto de vista de las
relaciones, entiendo que un juego finito es una actividad transaccional, no se
construye historia compartida y por lo tanto cada uno de los jugadores se
esfuerza por ganar y poco le importa el futuro de la relación que pudiera
establecer con el otro jugador. En una negociación es una negociación meramente
competitiva o transaccional.
En cambio, un juego infinito tiene otro
horizonte temporal y, desde el punto de vista de las relaciones, es largo, y
por lo tanto, lo que hagamos en cualquier interacción afectará las
interacciones posteriores. Me resuena mucho el modelo de negociación
colaborativa propuesto por Fisher y su equipo.
Como cualquier juego es crucial saber
que juego estamos jugando para poder jugarlo cómo corresponde. Por ello, el
principal argumento del autor en su trabajo, referido principalmente al mundo
de los negocios pero no excluyentemente, es que al “liderar con una mentalidad
finita un juego infinito, surgen todo tipo de problemas: los más comunes
incluyen la reducción de la confianza, la cooperación y la innovación”. En
cambio, los grupos que adoptan una mentalidad infinita disfrutan de niveles de
confianza, cooperación e innovación mucho mayores y de todas las ventajas posteriores.
La distinción propuesta por Sinek me
trae a la mente un ejemplo que estamos viviendo en la actualidad.
Latam. Me sorprendió muchísimo leer la
noticia que el CEO de la empresa solicitaba, a través de la prensa, ayuda del
Estado chileno para mantener a flote la compañía en la crisis que vive por el
coronavirus. Más allá de si corresponde o no dicha ayuda ya que ni siquiera se
trata de una compañía de capitales chilenos, lo que me sorprendió fue la
virulencia de los comentarios en facebook contra la compañía, oponiéndose
tajantemente a cualquier tipo de ayuda. El argumento principal es que es una
compañía abusadora. “No nos quiso cambiar el pasaje”, “tuvimos una emergencia y
les dio lo mismo”, “me enfermé gravemente, mostré una licencia y no me
devolvieron nada”……yo mismo tuve una experiencia molesta una vez que venía de
regreso de un viaje internacional con mi esposa y mis dos niños de 6 años y nos
cambiaron los asientos de primera fila, pagados, hacia las filas posteriores,
todos separados y la funcionaria de la compañía, sin ninguna consideración, ninguna
amabilidad, ni disposición a ayudarnos u ofrecernos una solución.
¿Qué interpreto?. Además que muchos
hemos tenido mala suerte y que los pasajeros somos clientes muy complicados,
latam tiene una mentalidad de juego finito en un juego infinito y ahora los
clientes le están devolviendo la mano a su juego. ¡Nos ha maltratado, bueno
ahora que se las banque!
A juicio del autor, el juego de los
negocios encaja en la definición misma de juego infinito: puede que no
conozcamos a todos los jugadores, que haya jugadores nuevos en cualquier
momento, cada jugador determina su estrategia, no hay un conjunto de reglas
fijas, no hay un principio ni medio tiempo ni final y no hay algo así como un
ganador. Dice el autor, “aunque las empresa jueguen un juego que no se puede
ganar, muchos líderes empresariales continúan jugando como si pudieran hacerlo……siguen
afirmando que son los mejores o los número uno”…..
En un juego infinito tenemos que dejar
de pensar quien gana o quien es el mejor. Es una pregunta que no tiene ningún
sentido. El objetivo es seguir jugando. Creo que esto se cumple muy bien para
las relaciones de negocios, para muchas relaciones profesionales, para las
relaciones padre – hijo o para las relaciones de amistad.
En el ámbito particular de los negocios,
propone el autor que los líderes que quieren jugar juegos infinitos de manera
infinita, deben desarrollar cinco prácticas esenciales:
1 Promover
una causa justa. Se trata de una visión concreta de un estado futuro que
aún no existe. Es atractivo y motiva a la personas a hacer sacrificios para
ayudar al avance de esta visión. No es “ganar dinero” ni dejar contentos a los
accionistas, es mucho más que eso y ganar dinero o dejar contento a alguien es
algo que ocurre por añadidura.
2 Construir
equipos de confianza. Basado principalmente en la idea que un grupo no es
un equipo. La confianza es un sentimiento. Consiste en “sentirnos seguros
cuando nos sentimos vulnerables”.
3 Estudiar
a los dignos rivales. Si somos jugadores de juegos infinitos tenemos que
dejar de pensar que los demás jugadores son contrincantes a los que hay que
ganar, debemos considerar que son dignos rivales que nos pueden ayudar a
convertirnos en mejores jugadores.
4 Prepararse
para la flexibilidad existencial. Desarrollar la capacidad de aplicar una disrupción
extrema a un modelo de negocio o curso estratégico para promover una causa
justa de forma más efectiva.
5 Demostrar
la valentía de liderar. Referida a la voluntad de asumir riesgos por el
bien de un futuro desconocido. Puede implicar tomar decisiones caras a corto
plazo en términos de dinero o de pérdida de nuestro puesto de trabajo. También
puede implicar valor para operar con un estándar de ética superior a la mera
ley.
Me parece interesante la propuesta del
autor, me parece que la distinción es aplicable a todos los ámbitos en que nos
desenvolvemos, más que juego finito – infinito, me gusta la idea de juego corto
o largo. Y creo que no somos conscientes que la mayor parte del tiempo estamos
involucrados en juegos largos, donde lo que hagamos hoy afecta indudablemente
lo que pueda ocurrir mañana y lo que ocurra mañana afecta nuevamente lo que
ocurrirá pasado mañana. Por ello, dialogar, negociar, buscar intereses
compartidos es fundamental.
Creo que la tentación de jugar de manera
finita en juegos infinitos es particularmente atractiva cuando el entorno se
pone difícil, como ocurre en la actualidad. Y, como dicen en oriente “esto
también pasará” y nos volveremos a encontrar cuando las cosas cambien y la
actividad económica repunte, cuando los aviones vuelvan al cielo y los bancos
busquen clientes para colocar sus créditos.